sábado, 13 de junio de 2009

LA NOVIA DE FRANKENSTEIN de James Whale – 1935 - ("The Bride of Frankenstein")


Horrorizado por lo que creó, el doctor Henry Frankenstein decide abandonar para siempre sus sueños de dar vida a seres artificiales. Sin embargo, el doctor Pretorius, un hombre sin escrúpulos que ha seguido de cerca sus trabajos, quiere utilizarle para crear un nuevo ser… Una mujer esta vez. Para ello, Pretorius secuestra a Elizabeth, la amada de Henry, con el objetivo de obligarle a colaborar con él. Todo se complica cuando, de repente, reaparece el monstruo Frankenstein, que no había muerto como todos creían y que, hastiado porque el mundo le desprecia y le niega su derecho a ser querido, pide la creación de esta misma mujer para que sea su compañera. La tragedia está a punto de precipitarse sobre todos...

Cuatro años después del gran éxito de “El Doctor Frankenstein”, James Whale retomaba su mito con “La novia de Frankenstein”, una de esas segundas partes legendarias que superan o por lo menos igualan en calidad a la primera. En ella, el desdichado monstruo Frankenstein termina de desarrollarse psicológicamente superando el lastre del cerebro asesino de la primera entrega (que lo deshumanizaba sin ningún sentido) en lo que es una continuación libre de la novela de Mary Shelley, conociendo la amistad correspondida (genial capítulo el del ciego del violín) y comprobando como le es arrebatada de mala manera por hombres ajenos a ella sólo por ser él un ser distinto (Whale introduce aquí metáforas sobre su homosexualidad, de nuevo, y sobre la figura proscrita de Jesucristo). Conoce, además, el lenguaje, y con él descubre lo que es y, ante su soledad, exige la creación de una mujer para que viva a su lado en la eternidad. Finalmente, decepcionado, lúcido en su amargura, decide actuar con una medida tajante y triste contra los propósitos del villano Doctor Pretorius (inolvidable Ernest Thesiger) y contra sí mismo, en lo que puede considerarse un acto de eutanasia (¿sería consciente Whale de lo que proponía en su momento con el desenlace de su historia?). Karloff vuelve a estar genial, con el mismo maquillaje de bestia moderna romántica/industrial ya perfeccionado por el presupuesto superior, que permitió unos escenarios más grandes, detallados y profundos, una ambientación que rizaba el rizo del onirismo de la primera entrega y unos efectos especiales fantásticos, sintetizados en los “liliputienses” de las botellas del Doctor Pretorius. Volvía también el ritmo frenético que condensaba en una hora escasa toda esta nueva historia sobre la vida y la muerte, sobre la marginación del diferente y sobre la ciencia usada sin control, e incluía nuevos toques como un humor negrísimo y macabro y un lirismo aún más sobrecogedor. Un punto extra además era la belleza sobrenatural y morbosa de Elsa Lanchester como la novia del monstruo, otro de los grandes diseños de la época y otro icono básico del cine de terror de todos los tiempos. Digno es también de destacar el prólogo con el que comienza el filme, en el que Mary Shelley (también Elsa Manchester) y su esposo Percy B. Shelley junto a Lord Byron resumen la película anterior y disertan sobre el romanticismo de la historia del monstruo odiado por su mundo. Una segunda parte imprescindible y una de las mejores cintas de terror de todos los tiempos.

No hay comentarios: