jueves, 18 de junio de 2009

NAPOLEÓN de Abel Gance – 1927 – (“Napoleón”)


1780. Francia. En el patio de recreo de un colegio cualquiera, un joven y valeroso estratega lleva a su bando a la victoria en una reñida batalla de bolas de nieve. Los profesores quedan sorprendidos por sus dotes y su inteligencia. Este joven se llama Napoleón Bonaparte, viene de Córcega y es marginado por sus compañeros, envidiosos de su inteligencia. Muchos años más tarde, cuando la Revolución Francesa está muriendo, Napoleón es un general que comienza a destacarse. Pocos se lo imaginan, pero este general está a punto de llevar a Francia a ser un imperio como nunca antes lo ha sido.

El movimiento impresionista, para muchos la primera vanguardia francesa, buscaba la creación de un cine artístico y autónomo respecto de la literatura o el teatro por medio de un cine fotogénico, muy personal, que utilizase a fondo todos los recursos de los que era capaz este arte emergente. También querían que la forma narrativa representase el interior de los personajes. Uno de los grandes cineastas adscritos a este movimiento fue Abel Gance, actor, escritor de teatro, teórico del cine e inventor constante de técnicas, aunque posteriormente su arte transpasó las fronteras impresionistas hasta convertirse en un cine inimitable. Abel Gance fue uno de los grandes creadores de formas e imágenes de la historia, un visionario incomprendido en su tiempo. Rodó todo tipo de géneros en un estilo desmesurado, a veces barroco, a veces colosalista, siempre lírico y poético, muchas veces muy literario y a menudo cargado de símbolos, y en todos aportó técnicas nuevas. Abel Gance experimentó con trucajes de todo tipo, usó planos deformados, pantalla partida, figuras retóricas por asociación, montajes rítmicos, movimientos de cámara innovadores para la época, montajes acelerados, cámara en mano, cámara subjetiva, travellings aéreos, espejos distorsionantes… Fue acusado, por otra parte, de grandilocuente, elitista y de poco rigor histórico y floja calidad psicológica de sus personajes (lo cual creo que no es cierto). Destacó con el drama constumbrista “La digue”, el drama racial contra los prejuicios “El negro blanco”, la comedia “La follie du docteur Tube”, los dramas sociales vanguardistas “Le Droit à la vie”, “Mater Dolorosa” y “La Décima Sinfonía”, el filme pacifista y antibélico “¡Yo acuso!”, el nuevo drama “La rueda” y la nueva comedia “Au secours!”. Después destacaría su mítica “Napoleón”. Más tarde, ya dentro del cine sonoro, vendrían la obra de ciencia ficción “El fin del mundo”, los biopics “Lucrecia Borgia” y “Un gran amor de Beethoven”, la bélica “Austerlitz”, la película de aventuras “Cyrano y D’Artagnan” y el proyecto que no pudo llevar a cabo: “La Divina Comedia”. Muy poco valorado por sus coetáneos y cada vez más ambicioso, Abel Gance fue, poco a poco, dado de lado por los productores y hasta por la crítica. Por falta de medios pasó diez años (1942-1952) sin dirigir una sola película. No fue reivindicado como autor hasta el final de su vida.

“Napoleón” es una de las obras maestras definitivas de Abel Gance y una de las grandes películas de la historia del cine, iniciada en 1923 y expuesta en 1927. Narra el gran periplo del general Bonaparte desde su infancia en las batallas de bolas de nieve de su escuela hasta la gloriosa Campaña de Italia, dejando de lado el periodo de su traición, su decadencia y su transformación en un monstruo temido y odiado en toda Europa, en parte porque, inicialmente, “Napoleón” iba a ser la primera entrega de un gran proyecto compuesto por seis películas sobre el personaje que nunca se llegó a realizar. Con un fondo de verdadera adoración por el general, uno de los grandes ídolos de Gance, el filme es una epopeya gloriosa, exacerbadamente épica y poética, en la que todo cabe: grandes batallas abarrotadas de extras, momentos intimistas del héroe con su familia, amigos y amada; escenas de crudeza y violencia sin par en la época, crítica revisionista a momentos históricos pasados (aunque criticada por su supuestamente dudosa seriedad), momentos puramente oníricos y/o simbólicos, momentos de puro cine de aventuras… Pero si por algo destaca esta obra maestra que es “Napoleón” es sin ninguna duda por sus avances técnicos, de una originalidad, innovación e inventiva pocas veces imitadas: fue “Napoleón” el primer ensayo de la llamada Polivisión (yuxtaposición de imágenes en acciones simultáneas), además de utilizar con maestría sin par recursos como sobreimpresiones, trucajes, transparencias, uso dramático del color, geniales primeros planos, cámara subjetiva, travellings aéreos, cámaras disparadas con un cañón, cámaras atadas a los caballos, cámaras enganchadas a una guillotina, cámaras colocadas dentro de un péndulo, cámara en mano, montajes acelerados, iluminación con intenciones dramáticas… Da vida al gran general el genial Albert Dieudonné, que borda el papel como nadie podía haberlo hecho, secundado por un elenco simplemente soberbio y elegido con singular acierto (todos muy parecidos a los verdaderos personajes que interpretan). Imprescindible.

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