viernes, 24 de julio de 2009

CONTROL de Anton Corbijn – 2007 – (“Control”)



Finales de los años setenta. En Inglaterra una oscura y siniestra banda comienza a dar mucho de qué hablar: Joy Division, uno de los pistoletazos de salida de una de las escenas musicales más influyentes de la historia, la del Manchester de la década de los ochenta. Mientras este grupo cala hondo en el público de la época, su carismático y siniestro vocalista, Ian Curtis, se sume en una espiral de autodestrucción terrible entre ataques epilépticos, depresiones sin salida e intermitentes, accesos de violencia y una delirante relación de amor-odio con su esposa, a la que desprecia con otra amante. Su vida, un pozo sin fondo asediado por los problemas de la fama y de la familia, va a llevarle a tomar una horrible determinación…

El holandés Anton Corbijn es uno de los fotógrafos musicales más importantes de la historia y también uno de sus más destacados directores de videoclips. No vamos a hablar de su carrera en estos mundos (no estoy preparado para ello y, además, daría para ríos de tinta, ya que es un nombre clave de estos artes y especialmente del primero), pero sí vamos a comentar que ha trabajado con grandes como Joy Division, Depeche Mode, Echo & The Bunnymen, David Bowie, Bob Dylan, Björk, Nick Cave, Brian Eno, Morrisey, Nirvana, The Rolling Stones, Elvis Costello, Bruce Springteen, Frank Sinatra, Lou Reed, Iggy Pop, Neil Young, U2, REM, Tom Waits, PJ Harvey o Van Morrison. También ha fotografiado a figuras de otros artes como el cine, tanto actores como directores (Martin Scorsese, Nicholas Cage, Quentin Tarantino, Takeshi Kitano…). Su primera película ha sido la comentada “Control”.

Debido a su influyente carrera, Anton Corbijn pudo conocer y fotografiar a Joy Division y a sus componentes durante su breve esplendor en el Manchester de finales de la década de los setenta y principios de la de los ochenta. Casi treinta años después del fatídico suicido de su vocalista, Ian Curtis (el 18 de mayo de 1980), una de las figuras más célebremente tristes del arte moderno, el gran fotógrafo debutó como director de cine llevando a la pantalla (basándose en la biografía escrita por su esposa) una aproximación a lo que fue su vida en aquellos años en los que Manchester tuvo su propia gran ola de vanguardia musical (los citados Joy Division, New Order, Happy Mondays...). En un blanco y negro sencillamente maravilloso (que remite a las propias fotografías de la época del propio Corbijn), se desarrolla el triste periplo hacia la muerte de un joven que llega a la fama y a la vida familiar demasiado pronto y que se siente aplastado por ambas y por sus contradicciones, por su propia existencia de frustración e insatisfacción, por lo que pudo ser y no fue. “Control” es, como puede ser “24 Hour Party People” de Michael Winterbottom, un retrato de una época decisiva para la música (de sus inicios concretamente), pero también es (sobre todo), el retrato de un alma atormentada y ambigua como pocas. La formación de la siniestra y desesperanzada banda de Joy Division, sus sesiones de grabación, sus relaciones con otras figuras de su tiempo, sus conciertos, sus problemas y escándalos, rodean la vida de Ian Curtis, que se ve directamente implicado en todo ello mientras cae poco a poco en un pozo sin fondo debatiéndose entre la magnánimo y lo cruel, entre lo tierno y lo terrible. Corbijn capta con su cámara, sin emitir juicios de ningún tipo, al Curtis más humano en todas sus consecuencias (como ya a ha hecho en sus mejores fotografías de personajes famosos), el que va más allá de la fama y del mito, de las letras de canciones depresivas, de los bailes estrambóticos y de los ataques de epilepsia, el ser fieramente real y ambiguo que todos somos todos un poco. Sobra decir que el ambiente del Manchester en el que todo se desarrolla, oscuro y sombrío pero siempre desde una perspectiva realista y alejada de efectismos y como no podía ser de otra manera animado por los mejores y más negros temas de los propios Joy Division, se configura como un personaje más del filme, el que envuelve a su protagonista principal y a todo un contexto único que favoreció la efervescencia de una escena también única. Mención aparte merecen los protagonistas, una excelente Samantha Morton y un Sam Riley que, clavado a Curtis físicamente y también cantando y actuando, se come la pantalla con un interpretación soberbia.

3 comentarios:

redna dijo...

Ami esta pelicula me defraudo bastante. Me resulto muy pesada aunque interesante. No hay que señalarla como obra maestra, no es nada del otro mundo en ningun aspecto y el film resulta muy pesado para sus meras dos horas de duracion.

Giancarlo Verástegui dijo...

Grandisima obra! es una pena que aqui in italia pasara sin mas...necesita ser recuperada cuanto antes.Gran direccion,gran fotografia y sobretodo grandes interpretaciones de Riley y Morton...una de las mejores peliculas del 2007.
muy buena critica.
Saludos!

Crowley dijo...

Una obra a recuperar que, sin duda, no es para todos los públicos,con unas interpretaciones soberbias.
Saludos