jueves, 9 de julio de 2009

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL de Steven Spielberg – 2008 – (“Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull”)


En 1957 Indiana Jones no vive su mejor época: su amigo y último compañero de viajes, Mac, le ha traicionado, mientras que el Gobierno de los USA, asustado por la fiebre del terror anticomunista, cuestiona toda su carrera y está intentando echarle de su puesto en la Universidad. Para colmo Indy se siente viejo y cansado y, además, solo: su padre y su mejor amigo, Marcus, han muerto. Todo cambia para él cuando se embarca en una nueva aventura junto a Mutt, un joven rebelde y también fascinado con la arqueología con el que empieza a investigar el mito de la Calavera de Cristal de Akator, objeto que según las leyendas de las culturas precolombinas posee un poder inimaginable y la llave a otros mundos. Las cosas por supuesto se complican: los agentes soviéticos también la quieren para utilizarla con objetivos malignos. Indiana Jones se prepara para una nueva epopeya… Una nueva epopeya en la que además va a reencontrarse con un viejo amor: Marion Ravenwood.

Una de las películas más esperadas del pasado año 2008 fue sin ninguna duda la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones, que desde que fue anunciada por Steven Spielberg y George Lucas creó una expectación sobrecogedora en todo el mundo y que desde su llegada a las salas dividió a la crítica y al público de una manera completamente radical: hoy “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” es para unos es una obra maestra del cine de aventuras y para otros un enorme y decepcionante bodrio. Yo pienso que no es un una cosa ni la otra, sino una entrega más de la saga del Doctor Jones que ofrece exactamente lo mismo que ofrecieron las otras entregas, y nada más. En “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” encontramos todos los elementos de la trilogía original tratados con meticuloso respeto y acompañados de unas pocas novedades que otorgan frescura al conjunto. Indiana Jones sigue gozando de un carisma envidiable (Harrison Ford sabe repetir papel y adecuarlo al paso del tiempo) y continúa siendo, ya a finales de la década de los cincuenta, un aventurero empedernido cínico y con miedo a las serpientes… Aunque ahora vive un cierto crepúsculo de su existencia anterior: se encuentra más viejo y menos ágil (aunque no menos inteligente), algunos de sus mejores amigos han muerto (Marcus y su padre –por desgracia no se dice nada de Salah, al que daba vida John Rhys-Davies y al que se echa muchísimo de menos en esta película-), lo van a expulsar de su cátedra y lo persiguen tanto los rusos (los villanos de turno de la cinta –era de esperar tras la caída del Tercer Reich-) como algunos norteamericanos que no valoran su trabajo. La aventura que presenta Spielberg en este filme es ya completamente familiar: Indy lucha contra sus enemigos (liderados por una muy carismática, fría y por supuesto paródica Cate Blanchett) acompañado de su vieja amante Marion (vuelve Karen Allen desde la lejanísima “En busca del Arca Perdida” para realizar un papel breve pero divertido), del hijo de ésta que resulta ser también su hijo (igualmente divertido Shia LaBeouf, parodia de los jóvenes rockers rebeldes de los años cincuenta y sesenta) y del viejo y querido maestro de éste (un secundario cómico solvente al que da vida John Hurt). Queda en el tintero un personaje que desde mi punto de vista aporta bastante poco a la trama y que podría haber sido eliminado o sustituido por el mencionado Salah: Mac, el amigo traidor y ambicioso de Indy, interpretado con gracia pero poco más por Ray Winstone. Sin embargo, es esto, prácticamente, lo único que le puedo achacar a una obra que ofrece lo que sus antecesoras han ofrecido a pesar de algunos fallos puntuales: acción frenética delirante (la cachondísima escena de la persecución selvática es genial y demuestra que Spielberg sigue en plena forma a la hora de dirigir este tipo de cine), espectáculo visual gratuito (con unos efectos especiales a pesar de todo bastante comedidos para mantener una mínima homogeneidad con la trilogía anterior), mucho humor (las escenas de la huída en el frigorífico o la tarzanesca de las lianas, tan mal juzgadas por muchos, atestiguan el cachondeo que el filme pretende transmitir –cachondeo que ya transmitían los demás de la saga, especialmente “Indiana Jones y el Templo Maldito”-), mucha parodia y homenaje, muchos guiños a las otras aventuras del héroe (incluso sale unos segundos el Arca de la Alianza) y una historia de misterio esotérico de aire completamente pulp que se sigue con interés desde el principio del metraje hasta el final (aunque también hay que decir que cautiva bastante menos que las de “En busca del Arca Perdida” e “Indiana Jones y la Última Cruzada” por ser mucho más predecible y por contar con elementos ciertamente fuera de lugar como los indígenas o los niños que vigilan las tumbas peruanas). Incluso la villana de turno de ésta cinta termina igual que la mayoría de los villanos de las otras películas. Buscando el poder y el conocimiento, se enfrenta a un enigma que no puede solucionar y encuentra la perdición (al igual que la encontraron los que abrieron el Arca de la Alianza o los que bebieron del falso Santo Grial). Steven Spielberg ha presentado exactamente lo mismo que presentó en el pasado… Únicamente hay un problema con esto: hoy en día una película de éste tipo no causa el mismo efecto que causaba en la década de los ochenta. El público no es el mismo, y muchos de los veteranos de la saga tienen idealizado a Indiana Jones de tal manera que cualquier cosa que se haga ya con su mito va a sentarles mal. Spielberg, para haber cuajado hoy en las salas con una nueva entrega de Indy (es decir, para contentar a más espectadores “al uso”- a los mencionados veteranos es casi imposible-), tendría que haberla envuelto con los efectos especiales y con el humor ligeramente más desquiciado del que hacen gala, por ejemplo, las primeras y excelentes entregas de “La Momia” y “Piratas del Caribe”, dos de las pocas películas modernas que han sabido actualizar, por lo menos ligeramente y con dignidad, las bases que dejó sentadas “En busca del Arca Perdida” (por supuesto, las siguientes entregas de ambas destrozaron vilmente todo esto). No voy a decir que “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” sea una obra maestra, pero desde luego tampoco voy a tirarla por los suelos como creo que se ha hecho injustamente y demasiado durante todo este último año. Sería bastante injusto, ya que no es más que un calco de las anteriores tramas del personaje con unas pocas novedades nostálgicas y con un guiño a la “Fiebre Ovni” que arrasó durante la Guerra Fría. Si los nazis estaban obsesionados con viejos objetos de la Antigüedad, los rusos lo están… con los extraterrestres. Es perfectamente coherente y además contribuye a aumentar las dosis de pulp que siempre ha tenido la saga. Creo que, en general, se ha infravalorado mucho a esta película. No es el culmen del cine de aventuras (a estas alturas no puede serlo de ninguna manera), pero sí un regreso divertidísimo, que es lo que se le pedía a la nueva historieta del Doctor Jones. De hecho creo que pedirle más está incluso fuera de lugar.

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