jueves, 17 de septiembre de 2009

GRINDHOUSE. PLANET TERROR de Robert Rodríguez – 2007 – (“Grindhouse. Planet Terror”)


En una pequeña ciudad de la Norteamérica profunda algo extraño empieza a ocurrir: el hospital se llena de personas con asquerosas mutaciones… que se van transformando progresivamente en zombies sedientos de carne humana. Un grupo de supervivientes con las más variopintas armas se enfrenta a la marabunta de muertos vivientes que sume al lugar en el caos y, en su lucha, descubre una terrible conspiración militar que puede acabar para siempre con la vida del planeta. En sus manos está impedirlo.

Se les puede acusar de simples recicladores o de simples y desprejuiciados mezcladores de influencias de todo tipo (personalmente creo que lo es lo que son ambos), pero desde luego no se puede decir que Quentin Tarantino y Robert Rodríguez no presenten casi siempre propuestas originales y hasta cierto punto innovadoras. Su última creación conjunta, “Grindhouse”, es un divertidísimo homenaje artístico a las sesiones dobles que tuvieron su edad de oro en los Estados Unidos y más allá durante la década de los setenta, esas sesiones en las que por cuatro duros y en cines de capa caída o especializados se podían degustar dos películas seguidas que solían exponerse en pésimas condiciones a causa de la mala calidad o estado de las instalaciones y del equipo, del mal cuidado de los rollos, de la abulia de los empleados o de las pocas exigencias de su mismo público. Los filmes que en ellas se pasaban solían ser filmes de serie B a Z, cintas gore, eróticas o directamente pornográficas, creaciones pertenecientes a las diversas ramas del “exploitation”, clásicos devaluados, filmes de artes marciales, spaghetti westerns o películas de grandes creadores que entonces no estaban reconocidos como Russ Meyers. La delirante nueva propuesta de Tarantino y Rodríguez consiste en presentar dos películas cortas independientes rodadas por cada uno de ellos respectivamente (“Planet Terror” y “Death Proof”) colocadas la una detrás de la otra e intercalando entre ambas trailers falsos de películas inexistentes de amigos y colegas suyos. Por supuesto, y aunque “Grindhouse” esté rodada con medios más que solventes, está conscientemente salpicada de cortes bruscos, de fallos técnicos, de rugosidades en la pantalla y de momentáneas pérdidas de sonido y hasta de metraje (pérdidas que a veces incluso anulan momentos clave de las tramas que los espectadores se quedarán sin ver). Hay que decir que, en muchos países entre los que España se cuenta, las dos películas que conforman “Grindhouse” fueron estrenadas por separado después de absurdas e idiotas excusas con el único objetivo de obtener una recaudación doble por el mismo producto (por si fuera poco únicamente expusieron en las salas uno de los trailers, el de “Machete”). Fue verdaderamente un hecho despreciable que destrozó vilmente el sentido del experimento de sus creadores y por el que a los responsables se les debería caer la cara de vergüenza (por muchas versiones extendidas que presentasen finalmente). Dejando a un lado esto, he de decir que “Grindhouse” (el conjunto) es un delirio divertidísimo como pocos y con notable personalidad. Voy a comentar ahora únicamente “Planet Terror” y por la tarde haré lo propio con “Death Proof”. Sí hago una rápida mención a los trailers para decir que mientras los homenajes al cine gore de asesinos en serie y de casas malditas creados por Eli Roth (“Thanksgiving”) y Edgard Wright (“Don’t”) simplemente resultan apreciables, el western moderno de Robert Rodríguez (el mencionado “Machete”) y la fantasía nazi de Rob Zombie (“Mujeres Lobo de las SS”) son verdaderamente geniales y desternillantes (impagable la aparición estelar de Udo Kier y de Nicholas Cage como Fu-Manchú de este último).

“Planet Terror” es un homenaje a las películas clásicas de invasiones zombies en el que Robert Rodríguez da rienda suelta a toda su habitual imaginería de influencias (y esta vez le sale bien la cosa, como no le ha salido en sus últimos filmes). Hay una breve introducción y presentación de personajes en el inicio y el resto ya se compone prácticamente de una sola cosa: de acción, acción que va in crescendo hasta reventar en una desenfrenada orgía gore de disparos, destrozos, explosiones, sangre y vuelos de vísceras y de miembros cercenados. El Rodríguez más canalla y con menos pretensiones se deleita creando un espectáculo absurdo y desquiciado cargado de humor negro y ambientado en una caricatura de la Norteamérica profunda más oscura y brutal (poblada por individuos estrambóticos, héroes y heroínas de extracción humilde, grandes mujeronas y monstruos aberrantes) y en cuyo sinsentido todo cabe: conspiraciones paramilitares, epidemias surrealistas, repugnantes mutaciones, apocalipsis gratuitos, seres humanos que se saltan las leyes de la física cuando les da la gana y armas imposibles como las de la protagonista Rose McGowan (por cierto, el elenco del filme brilla, desde ésta misma hasta el villano Bruce Willis pasando por el ya habitual en las creaciones de Rodríguez y Tarantino “actor de capa caída en papel relevante” -aquí el olvidadísimo protagonista de “Terminator” y “Desbocado” Michael Biehn, que apareció además en "Aliens. El regreso" y "The Abyss" y que, con una carrera prometedora en la década de los ochenta, desapareció casi inexplicablemente del mapa para realizar papeles secundarios sin importancia o en filmes de serie B-).

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