miércoles, 9 de septiembre de 2009

MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO de Tomás Gutiérrez Alea – 1968 - ("Memorias del subdesarrollo")


Cuba. 1961. Sergio es un acomodado rentista burgués residente en La Habana que ve cómo su familia, su ex mujer y muchos de sus amigos abandonan el país para marcharse a Miami, en los Estados Unidos, tras el triunfo de la Revolución Castrista. Él, a diferencia de ellos y de otros tantos, no se piensa marchar, tal vez porque ama a su país en su fuero interno a pesar de que desprecia su subdesarrollo. Sus días en soledad transcurrirán con apatía y aburrimiento, con abulia y en la breve compañía de algunos amoríos pasajeros. Mientras, la sociedad va cambiado de forma radical a su alrededor. Él lo observa y lo guarda todo en el recuerdo, en un recuerdo que es, de alguna manera, colectivo.

Uno de los cineastas e intelectuales cubanos más importantes del siglo XX fue Tomás Gutiérrez Alea, dedicado durante casi toda su comprometida carrera al largometraje de ficción y al documental de análisis y crítica social y política. Muy joven viajó a Roma para estudiar cine, en donde tomó contacto con el Neorrealismo Italiano, técnica que le dejó prendado pero que no pudo aplicar a su vuelta a Cuba por la censura de la dictadura de Fulgencio Batista. Tras la Revolución de Fidel Castro, se convirtió en uno de los cineastas oficiales del país (a pesar de que nunca dejó de tener enfrentamientos con su nuevo gobierno). Su estilo, de toques neorrealistas, como se mencionó antes, y con ciertos aires de la Nouvelle Vague o del Free Cinema, se preocupa mucho más del contenido que de la forma, que aunque también importa, pues no la deja de lado, es algo secundario. En sus tramas suelen mezclarse el documental y la ficción y el drama y la comedia, mientras que sus personajes suelen ser víctimas de un entorno que o les oprime o les decepciona de alguna manera. El cine de Alea es en su mayor parte puramente político y social, pero no por ello desprecia o da de lado al retrato psicológico o anímico del individuo o de la colectividad, ya que según él forman una unidad indivisible con cualquier entorno o momento histórico que no debe ser ignorada. Debutó el genial cubano con el documental sobre los carboneros de la Ciénaga de Zapata “El mégano”, codirigido junto a Julio García Espinosa, en una primera etapa en la que tuvo que luchar contra la férrea censura de la dictadura y en la que no pudo realizar o ver expuestas muchas de sus obras, que llegaron a ser secuestradas. Una vez instaurado el supuesto régimen de la libertad, dirige tres de los episodios de los cinco de “Historias de la Revolución”, tras los que da paso a una carrera llena de fuerza y personalidad, a una filmografía desencantada, de rasgos violentos, crítica con el presente y revisionista del pasado lejano y reciente que no hizo concesiones a nada y que incluso le llevó a enfrentarse con el nuevo régimen de Castro, que aunque lo seguía valorando como uno de sus mejores cineastas, lo veía a la vez como a una persona peligrosa para el futuro del país. Destacan sus filmes “Las doce sillas”, “La muerte de un burócrata”, la comentada “Memorias del subdesarrollo”, “Una pelea cubana contra los demonios”, “La última cena”, “Los sobrevivientes”, “Hasta cierto punto”, “Cartas desde el parque”, “Fresa y chocolate” y “Guantanamera”; y también sus documentales “Esta tierra es nuestra”, “El arte del tabaco” o “Muerte al invasor”, algunos adscritos al cine de propaganda revolucionario de la época en la que fueron rodados, plena guerra o posguerra. Murió Tomás Gutiérrez Alea en 1996 en La Habana. Con él se nos fue uno de los más geniales cineastas centroamericanos de la historia.

“Memorias del subdesarrollo” explora, a caballo entre el documental y la ficción y desde una estética y ética relacionadas con las formas neorrealistas, la post revolución cubana vista por un burgués en decadencia que, a pesar de que las cosas se van a poner difíciles para su estilo de vida con el nuevo gobierno del pueblo, se niega a abandonar su país, al que parece que íntimamente ama pero al que también odia y desprecia por el total subdesarrollo que padece en todos los ámbitos, por el conformismo y la hipocresía de sus gentes y sus prejuicios y convencionalismos estúpidos, por la abulia de su sociedad y por la corrupción o el extremismo de sus dirigentes. Es toda la película, una de las más lúcidas de Alea, una crónica del aburrimiento social, de la apatía de toda una colectividad salpicada con discursos del protagonista (el empleo de la voz en off es amplio) sobre asuntos relacionados como el marxismo, el mencionado subdesarrollo y las incongruencias del nuevo régimen de Fidel Castro, que no cumplió mucho de lo que prometió. Su protagonista, solo, pretencioso y con aires de intelectual superior (estos intelectuales también son agudamente criticados, entre ellos el propio Picasso, hipócrita para el que "es fácil ser comunista siendo rico y viviendo en París"), se deprime al ver todo lo que le rodea, pero no hace nada por intentar siguiera cambiar algo a pesar de que afronta la transformación de su sociedad con un cierto optimismo tranquilo y acabado. La película acaba transmitiendo desidia, indignación, horror, tensión emocional que se trunca en pura decepción. A ello colabora su estilo: construido a base de vídeos de archivo y rodado con cámara al hombro en un crudo y aséptico blanco y negro que transmite una pasmosa deshumanización. Como era de esperar, no fue una película con la que el gobierno se sintiera cómodo. Era todo un mazazo al sueño de la revolución, de la nueva sociedad cubana de la igualdad y la fraternidad, y también, por supuesto, al capitalismo, que tampoco se libraba en absoluto de las críticas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Encuentro bastante interesante al artículo; sin embargo, recomiendo fuertemente que el autor revise y vuelva a estudiar algunas reglas básicas de gramática y estructura de ensayos. Varias veces sentí que el contenido era bastante interesante, pero no lograba atraparme debido a su forma incorrecta en como era expresado.

En el caso de necesitar ejemplos más técnicos, la "y" es usada de forma repetitiva sin fundamento, además de muchas comas utilizadas indebidamente, las cuales cortaban frases interesantes.

Por respeto al autor, y por agradecimiento a la información, termino con esto mi comentario. Espero no ser ofensivo, mi único objetivo es dar una crítica constructiva que ayude a mejorar la calidad de artículos como éstos; bastante útiles y precisos en su contenido.

Saludos cordiales