Matías es periodista y tiene veinticinco años. Está, a su edad, quemado de la vida; está divorciado, tiene un hijo pequeño, se siente un novelista fracasado, se siente también muy solo y pasea su amargura y aburrimiento por las calles de su ciudad, Madrid. Un día, por casualidad, se reencuentra en la Plaza de La Ópera con su prima Violeta, joven de dieciocho años estudiante de violín a la que no veía desde hacía mucho tiempo. Entre ellos surge algo especial que no esperaban… Y un buen montón de problemas.
Fernando Trueba ha sido uno de los grandes herederos en España de las fórmulas de la comedia brillante de relaciones estadounidense de autores como Ernst Lubitsch o George Cuckor. Al contrario que muchos de sus contemporáneos, en sus inicios su obra no fue social ni política, ni revisionista ni crítica con ninguna situación. Su obra fue plenamente actual (no volvió a la Guerra Civil ni al franquismo) desde el primer momento, fresca, ágil, a veces frívola, romántica y en ocasiones lírica, siempre cómica o con rasgos de comicidad. Debutó con la genial historia de amor que es esta “Ópera prima”, ubicada en el ámbito de la llamada “nueva comedia madrileña”, que él ayudó a componer junto a directores como Fernando Colomo, a la que le siguieron las también comedias “Sal gorda” y “Sé infiel y no mires con quien”. Poco a poco, sin embargo, se fue Trueba abriendo a otros géneros, pero sin abandonar su toque cómico personal y “brillante”. Ya sí volvió al pasado y situó sus obras en otras etapas de la historia española reciente como las mencionadas Guerra Civil o los años de la dictadura, y esta vez sí que se observaron en sus tramas algunas pretensiones sociales que no llegaron a cuajar del todo por ser, para variar en el cine español, maniqueas, simplistas y tópicas a más no poder. Sin embargo, olvidándonos de esto podemos decir que el nivel artístico creador de Trueba seguía siendo aceptable, demostrándolo en el drama cómico sobre la Guerra Civil “El año de las luces”, en el extraño drama sobre drogas y psicópatas “El sueño del mono loco” (su película más atípica), en las comedias “Belle Epoque” (con la que ganó un Oscar) y “Two Much”, sobre las comunidades hispanas acomodadas en los USA, con la que debutó en el mercado norteamericano (aunque nunca llegó a asentarse allí) y en sus dramas históricos “La niña de tus ojos”, sobre actores españoles en la Alemania nazi, “El embrujo de Shangai”, sobre los maquis, y "El baile de la victoria", sobre sentimientos desatados en un Chile turbulento. También ha destacado en su labor de documentalista musical (es un gran melómano) con “Calle 54”, sobre el jazz latino y “El milagro de Candeal”, sobre músicos como Carlinhos Brown, Caetano Veloso o Bebo Valdés. Aun siendo la parte “social” de su obra nada valiosa, sí que tiene este director un talento especial para la comedia brillante y costumbrista, que ha combinado muchas veces con el drama y adaptado a la idiosincracia española como nadie.
“Ópera prima”, el debut en la dirección de Fernando Trueba (que juega con las palabras de su título para designar este mismo debut, a la Plaza de la Ópera de Madrid, a las óperas que aparecen en la cinta y a la ansiada prima del protagonista) pertenece al movimiento de la “nueva comedia madrileña”, una comedia sencilla tanto en su trama como en su estética que, situada en tiempos de cambio social drástico durante el alumbramiento de la democracia en España (y a veces directamente en el epicentro de la propia Movida Madrileña), mostraba un amplio teatro de enredos y relaciones humanas de forma cómica, a veces lírica y a veces frívola. El retrato del individuo que el filme muestra es el del que empezaba a aflorar tras la caída de los rancios valores del franquismo y la entrada en un mundo sin embargo decepcionante a pesar del fin de la dictadura: el retrato del joven "pasota", del "quemado de todo" (inolvidable el cínico y "acabado" Oscar Ladoire) a pesar de que él mismo no va a ninguna parte que hoy es tan habitual. Es “Ópera prima” una película sencilla como pocas, fresca, de diálogos ágiles y rápidos, de personajes solitarios pero nunca traumatizados por ello y con final feliz, situada en la mencionada época turbulenta en la que el país experimenta giros radicales pero que sólo aparecen de pasada porque no son lo más importante para la historia que se cuenta: una simple historia de amor, nada más, pero que logra emocionar con su limpieza y pasmosa sencillez para retratar sentimientos. Como he dicho no hay nada más, pero es más que suficiente. Tal vez la mejor película de Trueba sea esta, su debut (y algunos me matarán por haber dicho esto).
1 comentario:
¿Que pasa, Pepeeerr? Oye, que el jueves que viene bastardeo, ¿Eh? Que al final nos quedamos con las ganas el otro día.
Ayer vi "La Cinta Blanca" del Haneke. ¡Buenísima!
Saludos!!
P.D: De "Opera Prima" no comento porque no la he visto ni ganas.
Publicar un comentario