Rocky Balboa es un joven mediocre de Philadelphia que trabaja, por necesidad, como matón de poca monta. Está enamorado de Adrian, la hermana de su amigo Paulie, dependienta de una tienda de animales que tiene problemas para relacionarse con los demás debido a sus complejos y a su extrema timidez. La vida de Rocky transcurre aburrida y sin oportunidades entre trabajillos mal pagados y paseos sin sentido por su barrio. Sin embargo, algo está a punto de cambiar su suerte… Por una casualidad del destino, le van a dar la oportunidad de desarrollar su valía para el boxeo, aún en bruto, permitiéndole enfrentarse a Apollo Creed, el gran campeón del momento, en un combate televisado.
John G. Avildsen es un director de cine familiar convencional y mediocre en líneas generales que ha tratado un amplio abanico de géneros: cine de acción, comedia, drama deportivo, artes marciales, drama, thriller… Al parecer, su carrera no empezó mal del todo. Tras pasar una época dirigiendo películas pornográficas, rodó “Salvad al tigre”, el drama de un hombre en crisis; la muy buena “Rocky” y el thriller sobre el nazismo “La fórmula”. Su carrera cae vertiginosamente con sus siguientes películas, que funcionaron mejor o peor en la taquilla y que presentan acabados simplemente aceptables a veces y despreciables en bastantes ocasiones: “Mis locos vecinos”, “A night in heaven”, “Karate Kid”, “Karate Kid II”, “Karate Kid III. El desafío final”, “Escuela de jóvenes rebeldes”, “Rocky V”, “Fuerza de uno”, “8 segundos” y “Van Damne’s Inferno”.
La década de los setenta fue en los USA la década del desencanto, de la caída y del desprestigio del sueño americano (que terminó de hundirse) y, también, la década de la violencia. Se notó en la música, en la literatura, en todas las artes. En el cine no fue menos. Llegaron algunas de las obras más polémicas, brutales y negras de su historia y una nueva visión de la mencionada violencia, símbolo de este desencanto, inundó las pantallas junto a muchos asuntos que dejaron de tratarse de manera velada. Muchísimas películas se hacen eco de este ambiente de desilusión, de hastío vital y social, de asco y de locura. Algunas son de directores jóvenes y entonces airados, ansiosos de romper con todo (Scorsese, Coppola, Schrader, De Palma, Ashby…). Otras son de viejos rebeldes como John Huston, siempre al pie del cañón. “Taxi Driver”, “El padrino”, “Blue collar”, “Saludos”, “¡Hola, mamá!”, “El regreso”, “Fat city”… Hay, sin embargo, en esta época, otra tendencia a la hora de hacer cine que puede encuadrarse dentro de este mismo grupo, la que también refleja este mundo de violencia y de perdedores pero desde un prisma más optimista, abierto a la esperanza por lo menos. Es una tendencia que presenta una variante del sueño americano que sigue triunfando: el triunfo moral, que se posiciona en contra del triunfo material. En esta línea es donde encuadramos películas como “Fiebre del sábado noche” o “Rocky”, un genial drama sobre perdedores que se superan a sí mismos que ha sido bastante desvirtuado por culpa de una interminable cadena de innecesarias secuelas a cada cual más terrible (aunque en mi opinión las dos últimas se salvan “algo”). Sylvester Stallone, nacido en una familia con problemas, comenzó su carrera como actor con muy poca fortuna haciendo pequeñísimos papeles en películas como “Bananas” de Woody Allen y participando en cintas pornográficas. Enviaba guiones a productoras de manera incansable que nunca le aceptaban. La historia de “Rocky” la escribió basándose en un hecho real: el combate entre el mítico Mohamed Ali y un boxeador segundón, Chuck Weppner, que, en contra de lo que todos esperaban de él, aguantó contra el campeón los quince asaltos completos y se erigió como uno de los pocos combatientes que llegó a la final contra el gran Ali. Stallone, al igual que otros como Clint Eastwood en su debut “Escalofrío en la noche”, logró que su historia se rodase y que le dejasen interpretar al propio Rocky, aunque para ello hubo de pagar un precio: no cobrar absolutamente nada por el guión. La película fue uno de los mayores éxitos de toda la historia del cine y hasta se llevó el Oscar. Narraba cómo Rocky Balboa, un matón italo-americano de poca monta pero de buen corazón, no demasiado listo y que siempre intentaba ser íntegro, encontraba por ironías del destino la oportunidad de enfrentarse en un combate especial a Apollo Creed, el campeón del mundo del boxeo. Rocky, entrenado por Mickey, una vieja gloria de este deporte, descubre que tiene fuerza, coraje y que está más que dotado para, por lo menos, aguantar todos los asaltos contra su más experimentado rival. Mientras, intenta seducir a la joven Adrian, una chica que trabaja en una tienda de animales y que tiene problemas para relacionarse con los demás. La nota de humor la pone Paulie, el hermano de ésta y amigo de Rocky (y perdedor como él), un personaje que a mí por lo menos me hace muy poca gracia y que me resulta bastante irritante e insoportable en todas las entregas de la saga. Rocky, un hombre que proviene de un ambiente humilde pero lleno de dignidad, no vence a Apollo, pero logra resistir todos los asaltos, se convierte en el “campeón del pueblo” y consigue el amor de Adrian. El éxito, como dije, fue total y absoluto, tanto de crítica como de público. La carrera de Stallone se lanzó a las estrellas, y más tarde protagonizó el éxito "Acorralado" dando vida a su otro personaje mítico: John Rambo. Fue uno de los grandes iconos del cine de acción de los ochenta y de parte de los noventa. Ya respecto a la saga de “Rocky”, su enorme rentabilidad impulsó cuatro secuelas bastante flojas (y alguna que obra directamente aborrecible) y una secuela tardía, “Rocky Balboa”, que mejora el nivel de las anteriores en mi opinión, aunque muestre lo mismo de siempre.
3 comentarios:
Ha perdido parte de su fuerza con los años, y sobre todo por culpa de lo que bien apuntas: su interminable saga, que se la ha ido comiendo poco a poco, hasta el punto de que algunos la incluyen en el mismo saco.
Saludos!
Una excelente primera entrega de una saga desastrosa pero entrañable.
Saludos
Esto ha de servir para el resto de la saga: ¿Por qué no pararon aquí...?
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