lunes, 8 de marzo de 2010

CONAN, EL BÁRBARO de John Milius – 1982 – (“Conan, The Barbarian”)


El pequeño Conan contempla como su pueblo es arrasado y sus padres asesinados por los miembros de una misteriosa secta que adora a las serpientes. Esclavizado por sus captores, se acaba transformando en un brutal gladiador que lucha día tras día para divertirles. Una noche, sin embargo, Conan escapa para siempre y se convierte en un bárbaro sin amo. Acompañado por su amigo Subotai y por su amada Valeria, ambos también grandes guerreros, dedica su vida a la búsqueda de riquezas. Sin embargo, su existencia también tiene otro objetivo: encontrar a los que masacraron a su pueblo y acabar con ellos para siempre.

El bárbaro Conan fue creado en 1932 por el escritor Robert E. Howard, autor de las aventuras de otros famosos personajes del pulp clásico como Kull El Conquistador, Red Sonya o Solomon Kane y uno de los autores que iniciaron la moda de la fantasía heróica y de las historias de aventuras con espadas y brujería (para muchos el padre definitivo del género). Aunque en sus inicios fue muy criticado por los sabiondos miopes de siempre, Conan, como los demás seres de Howard, terminó resultando ser uno de los grandes personajes de la literatura de todos los tiempos. Era de esperar que tuviera su correspondiente filme. El primero fue este excelente “Conan, el Bárbaro”, del malogrado John Milius. El segundo fue el bodrio “Conan, el Destructor”, de Richard Fleischer, un gran director que inexplicablemente destrozó aquel despropósito de secuela. Milius, ayudado por Oliver Stone en el guión, supo trasladar a la perfección las aventuras del bárbaro a la gran pantalla respetando como pocas veces se ha hecho al personaje (en lo que es su esencia, ya que el discutido trasfondo no es del todo idéntico a los relatos de Howard e incluso el villano de la entrega, el mítico Thulsa Doom, es, al parecer, un enemigo de Kull el Conquistador y no del bárbaro cimmerio). Conan es un hombre que, coincidiendo con otros de Milius, vive, tras una infancia traumática y en un mundo oscuro, brutal y decadente, con un código ético y de honor propio y que reniega de cualquier religión (el filme parece ser un completo alegato antireligioso en el que el guerrero puro vence al sacerdote manipulador por medio de la acción física para demostrar que los dioses no pueden hacer nada a los humanos si estos no se lo permiten -incluso existen escenas como la de la crucifixión que llegan a comparar al propio Jesucristo con Conan, que no es abandonado por sus amigos como sí lo fue el padre del cristianismo-). Conan es, en casi todos los momentos del filme, un héroe neutral, casi un antihéroe por momentos, aunque con gran sentido de la amistad, del amor, del honor y de la lealtad, al igual que sus dos compañeros de andanzas. Esclavizado en su infancia tras la destrucción de su pueblo, vive para vengarse de los que lo hicieron y para hacerse rico, por lo que su existencia es un cúmulo constante de batallas y arriesgadas empresas. El filme está construído en base a fragmentos variados de sus aventuras de los relatos. Rodado en localizaciones casi desérticas o abruptas de España, sabe mantener el tono ambiental original con fidelidad: una Edad Media de fantasía en la que se mezcla lo maravilloso con lo puramente decadente, lo barroco y ostentoso con lo cutre, la violencia física vistosa con la sexualidad más morbosa y retorcida y la heroicidad romántica más exaltada con la suciedad de un mundo perverso y falto de valores que se tambalea peligrosamente ante el abismo. Conan es interpretado por un más que solvente y jovencísimo Arnold Schwarzenegger (por cuya futura carrera comercial nadie daba un duro en aquel momento). Le secunda un reparto carismático. Las escenas de acción son muy dinámicas, cargadas de fuerza y dramatismo, y el pulso narrativo es bueno alternándolas con momentos de humor negro y otros intimistas que ensalzan el amor o a la amistad en una tierra podrida. La banda sonora es otro punto que hay que destacar, a caballo entre primitiva y refinada, entre hermosa y brutal. Una genial película de aventuras. Lástima de segunda parte que tuvo y, lástima también, de los derroteros que tomó la carrera de su director.

5 comentarios:

Lord Ghoultiérrez dijo...

Obra maestra casi absoluta a la que, en efecto, le hubiera venido mejor un grado más alto de fidelidad al personaje para ser perfecta. Pero a pesar de eso sigue siendo la mejor adaptación de una historia de Howard jamás rodada.

Saludos coppppsss!!!

Anónimo dijo...

Obra maestra casi no... ABSOLUTA. Qué pena de Millius, sí. ¿Has visto The Big Wedesnday?

Demóstenes dijo...

Como dirían los de la muchachada... la única pega de la película, es que nos hagan creer que Jorge Sanz podría llegar a ser como Schwarzenegger de mayor xD

ignacio dijo...

PELICULON. Ya sabes que soy fan de esta peli, y tiemblo al pensar en el remake que se nos viene encima...

dvd dijo...

Muy buena. El único registro que puede interpretar Chuache... La música de Poledouris mítica...