lunes, 29 de marzo de 2010

EDUCANDO A J. de Christine Lahti – 2001 – (“My first mister”)


J. es una joven gótica-punk que vive hundida en el exilio sentimental. No tiene ni ha tenido amigos, y la relación que mantiene con sus padres, divorciados, es fría y distante en todos los aspectos. J. a veces paga sus frustraciones mostrándose ante los demás rebelde; a veces también se comporta como una niña pequeña y malcriada. Un día, su vida cambia radicalmente: conoce de casualidad a Randall, un aburrido cincuentón dueño de una tienda de ropa que también está hundido en su propio exilio emocional; el mundo le da miedo, no tiene relación con su familia y pasa sus días leyendo revistas compulsivamente porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Entre ambos surge una enorme amistad: los dos van a tener que luchar por salir adelante juntos.

La estadounidense Christine Lathi, aunque es más conocida por su carrera de actriz habitualmente secundaria (en películas como “Justicia para todos”, “Mi vida es mía”, “Chicas en pie de guerra” o “Un lugar en ninguna parte” o en famosas series como “Chicago Hope”) también ha dirigido un filme: “Educando a J.”. Por ahora, no ha anunciado que vaya a volver a ponerse tras las cámaras.

“Educando a J.” (horrenda traducción al castellano de “My first mister”) es una pequeña joyita del último cine norteamericano que, por desgracia, en su día pasó bastante desapercibida por las carteleras debido a su condición de filme independiente y a su poco atractivo comercial. La película, protagonizada por unos soberbios Leelee Sobieski y Albert Brooks, narra la clásica historia de amor (“amor” en toda su confusión y amplitud) que surge entre los clásicos seres perdidos en el mundo moderno que pertenecen a distintas generaciones con visiones radicalmente opuestas de este mundo. Leelee Sobieski es J., una joven gótica-punk sin amigos que vive en una terrible alienación sentimental tanto en su ambiente familiar como estudiantil y que se comporta despreciando a los demás y, en ocasiones, como una completa niña pequeña. Albert Brooks es Randall, un comerciante solitario, aburrido y lector compulsivo de revistas que también vive su propio exilio sentimental (ha perdido el contacto con su mujer y con su hijo porque no supo mantenerlo) y que tiene un miedo atroz de todo lo que le rodea. Entre ambos se desarrolla una agilísima y muy fresca trama de confusas relaciones y sentimientos que, sin embargo, está cargada de hondura: Christine Lathi trata con un ojo tan agudo como tierno asuntos universales como la soledad, el paso a la madurez, el amor, el respeto, la redención, la familia, la amistad, el miedo, la enfermedad, la muerte, la rebeldía juvenil o la pérdida de la ilusión por medio de unos diálogos sencillísimos pero certeros y por medio de una historia que, aún contando algo que se ha visto ya en muchas ocasiones, sabe resultar en todo momento interesante y emotiva (emotiva esquivando siempre la sensiblería). J. y Randall se complementan y aprenden el uno del otro a superar sus terrores, que son muchos. “Educando a J.”, llena de escenas inolvidables (los primeros encuentros de la pareja en sus respectivos ambientes, sus primeras y delirantes salidas, los momentos del hospital y de la búsqueda del hijo de Randall), es un fascinante retrato social de todo un escenario histórico (“eso” que sigue tras la Generación X) que se erige como una de las más recomendables propuestas de cine juvenil (juvenil para jóvenes y adultos) de los últimos tiempos. Curiosamente, coincidió en cartelera con la también genial y poco exitosa “Ghost World”, con la que guarda similitudes tanto en sus asuntos centrales como en su carácter independiente.

1 comentario:

Cinemagnificus dijo...

Bueno, me voy de puente.

Volveré con más películas después de la Semana Santa.

¡Felices vacaciones! :D