El asesino profesional Jeffrey se replantea su vida criminal: por su culpa, la joven cantante de un club se ha quedado ciega (tras una de sus matanzas). Para redimirse, va a intentar que la chica sea operada y se va a encargar de ella en todo lo que le haga falta. Algo terrible ocurre entonces: los que le contrataron quieren desacerse de los testigos del asesinato y un implacable e íntegro policía ha empezado a perseguirle. Jeffrey va a luchar por redimirse… Y va a encontrar la amistad en donde menos lo espera.
Uno de los grandes directores del cine de acción moderno es John Woo, uno de esos directores que, junto a otros como Tsui Hark, Johnnie To o Ringo Lam, supieron otorgar a las producciones comerciales de acción y artes marciales de Hong Kong una dignidad artística que pocas entonces tenían. Su cine, violento y brutal y también poético, sabe conjugar perfectamente la comercialidad con la personalidad autoral: sus películas de acción son también a menudo melodramas en los que se tratan asuntos universales como el amor, la corrupción, la integridad, la fatalidad, la redención, la guerra, la religión, la lucha del bien contra el mal, la traición y la venganza o la amistad, verdadero eje central de muchas de sus cintas. Los personajes de John Woo se enfrentan a una sociedad violenta en la que no existe la ética y se debaten casi siempre entre lo correcto y lo incorrecto, entre el trabajo y sus familias, entre la lealtad y la traición, entre lo legal y lo ilegal. El mensaje humanista prevalece en sus obras, trágicas aunque muchas veces abiertas a la esperanza. Respecto a la visualidad que exhiben, hay que decir que, especialmente en su primera etapa, John Woo ha creado algunas de las más imaginativas escenas de acción de toda la historia, acción inteligente, potente, impactante y espléndidamente coreografiada (se ha llamado a la violencia de Woo “violencia de ballet”) y deudora de la manera de rodar de cineastas como Sam Peckinpah (al que debe sus impresionantes y larguísimos tiroteos o la utilización de la cámara lenta). Hay un elemento además que se repite en casi todos su filmes: las palomas blancas, que siempre aparecen en ciertas escenas previas o posteriores a los estallidos de violencia y que dan lugar a múltiples interpretaciones. Su carrera en Hong Kong empezó con títulos menores de acción, artes marciales y/o comedia, títulos que han sido (muchos merecidamente) olvidados. Aún siendo irregular, destaca ya en esta etapa “Hand of the Dead”, un distraído filme de samurais/ninjas/karatekas en la que aparecía Jackie Chan. Llegan más tarde las creaciones en las que empieza a despuntar tras descubrir al que sería su actor fetiche (que también le acompañaría a Hollywood), el gran Chow Yun-Fat: “Last Hurrah for Chivalry”, “A better tomorrow” y “A better tomorrow II” (la tercera entrega de la trilogía la dirigiría Tsui Hark), la comentada “The Killer”, “Una bala en la cabeza”, “Un ladrón siempre es un ladrón” y “Hard Boiled”. Ya en los USA, con el éxito a las espaldas, Woo perdería por desgracia casi la totalidad de su personalidad y comenzaría a entregar inexplicables productos mediocres e incluso algunas bazofias en el más puro sentido de la palabra. Llegarían las simplemente pasables “Blanco humano” y “Broken Arrow”, la aceptable “Cara a cara” (aceptable pero ni de lejos al nivel de sus primeras obras), la horripilante “Misión Imposible II” y las flojitas “Windtalkers” y “Paycheck”. Una verdadera lástima lo que ha ocurrido con este director, uno de los más nombrados ejemplos de cineasta que se maleó en Hollywood y que desde que pertenece a esta industria no levanta cabeza. ¿Volverá algún día a ser lo que fue? Pongamos esperanzas en "La batalla del acantilado rojo", la que parece ser la vuelta a sus orígenes (aunque vean las dos películas de las que se compone esta "saga" y olviden la horrenda e innecesaria adaptación comercial para las salas comerciales compuesta por un refrito de ambas).
“The Killer” es la obra de madurez de John Woo, la obra en la que sus constantes quedan plenamente asentadas tras las geniales dos primeras entregas de “A better tomorrow”. El asesino interpretado por su habitual en su primera etapa Chow Yun-Fat se enamora de una chica que se quedó ciega por su culpa tras un tiroteo y se enfrenta a una mafia en la que tiene a su mejor amigo infiltrado. Mientras, entabla una nueva amistad con un policía al que da vida Danny Lee. “The Killer” es un claro canto a la amistad, que se muestra como una vía para dignificar la vida de sus protagonistas y para enfrentarse a un mundo corrupto y cruel (una de las frases del filme es, refiriéndose a los villanos de turno: “Ellos no tienen amigos”). Otros asuntos son tratados por Woo además: la redención (la del asesino especialmente), el amor, la integridad (la del policía, dado de lado por sus jefes), la traición o la fatalidad, que enturbia el melodrama que el filme esconde tras sus interminables cascadas de violencia sangrienta y artísitca, coreografiadas maravillosamente y barrocas por momentos. “The Killer” conjuga a la perfección la acción frenética y casi delirante con el drama más hondo. Es una de las grandes obras maestras de la filmografía de su autor y del Hong Kong de finales de los años ochenta.
1 comentario:
Para mi sigue siendo una de las películas más divertidas que he visto. No porque sea muy jocosa, evidentemente -de hecho tiene su rollo trágico-, sino porque te lo pasas pipa viéndola. Cuando yo era un niñato que flipaba con Sam Peckimpah, los tiroteos y las bolsas de sangre en general, esta peli fue como un descubrimiento de lujo.
¿Y Hard Boiled cuando la subes? Porque esa si que es un descojono espectacular!!!
Y por cierto, resibí telegrama de Barrymooooooooooreee. Mortimeeerrr, SEA RASONABLE!! XDD
Jarrlll!!
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