BUENAS NOCHES, Y BUENA SUERTE de George Clooney – 2005 - ("Good Night and Good Luck")

1953. Estados Unidos. La Caza de Brujas sacude a todo el país. El senador Joseph McCarthy lleva al Comité de Actividades Antiamericanas a todo el que es mínimanente sospechoso de ser comunista o de tener relaciones con ellos. Muchas personas son condenadas a la marginación y al escarnio, otras a ir prisión, otras a abandonar el país, otras incluso a la muerte. En este clima de terror, muy pocos se atreven a plantarle cara al sistema de este senador. Uno de estos pocos es el periodista y presentador Edward R. Murrow, de la CBS, que junto a su equipo denuncia sin cesar su corrupción y su intransigencia. Aunque muchos alaban el trabajo de Murrow, sus brutales críticas pueden costarle su puesto y hasta toda su carrera. Su equipo está contra las cuerdas… Pero muy pocos de sus miembros piensan echarse atrás.

Una gratísima sorpresa supuso, hace ya cinco años, la tercera película del más conocido como intérprete que como director George Clooney tras su debut “Confesiones de una mente peligrosa” y “Unscripted”, tercera película que en sus inicios fue concebida como un filme para televisión, en concreto para la CBS, pero que se fue progresivamente agrandando hasta llegar a un presupuesto y a una duración mayor, lo que le propició poder acabar en las carteleras (por suerte). Rodada, utilizando valiosas imágenes de archivo y a caballo entre el documental y la ficción, en un preciso estilo televisivo-teatral, en un hermoso y hasta oloroso blanco y negro, cimentada en planos siempre muy cercanos y cerrados y ambientada en sobrios y casi asfixiantes interiores llenos del evocador encanto de los años cincuenta (representados por Clooney a la perfección), se erige “Buenas noches, y buena suerte” como una de las críticas mas bienintencionadas e idealistas y a la vez más punzantes y duras hacia el mundo de la televisión de los últimos años. Aunque su acción se desarrolla en la Caza de Comunistas de los USA, momento histórico que la película revisa con ojo a la vez tierno y desencantado, agudo y certero, hace toda ella una clara referencia a la industria televisiva de nuestros días, que no ha cambiado en absoluto en lo que a corrupción, manipulación y contenido basura e idiotizante se refiere. Tiene el filme una gran virtud: la de haber podido condensar en apenas una hora y veinte minutos todo el fresco histórico necesario para retratar toda una época, aunque también se le ha achacado que, precisamente por este corto metraje, se deja muchas cosas en el tintero e incluso, en momentos puntuales, cae en el maniqueísmo y en la desinformación. Puede ser. No conozco bien todo este turbulento periodo de la historia del país de las oportunidades para opinar con exactitud y seriedad. Sin embargo, sí que conozco el mundo de la televisión, y tengo que decir que “Buenas noches, y buena suerte” insufla a los periodistas, aunque ya corran otros tiempos (de desunión, de conformistas y de cobardes), el orgullo de ser periodistas. Por momentos puede caer en la ingenuidad, en el idelismo excesivo, e incluso en la reivindicación de un cometido para el medio que no es más que otro castillo en el aire (¿o no?). Pero se le puede perdonar a Clooney. La sinceridad que transmite su película llega hasta lo más hondo del espectador y consigue calarle, y su mensaje, a pesar de los fallos, queda muy claro. ¿Por qué vemos la tele que tenemos? ¿Por qué nos conformamos con la mierda que nos tiran todos los días? ¿Por qué nos tragamos tantas de sus mentiras? ¿Por qué la diversión y el espectáculo son excusas para tenernos contentos y calladitos? Y... ¿Por qué hay que luchar contra los despropósitos de los que intentan hacer de Internet otra televisión? (Esta última pregunta creo que viene a cuento de lo que han intentado hacer en los últimos meses con la red de las redes). Para terminar, decir (aunque ya está requetedicho), que el elenco del filme realiza un trabajo magistral (el propio Clooney, Robert Downey Jr., Patricia Clarkson, Jeff Daniels…) y que está realmente soberbio David Strathain (Murrow) por un tremendo y dignísimo papel protagonista alejado de efectismos y excesos de cualquier tipo.