viernes, 16 de julio de 2010

AL ROJO VIVO de Raoul Walsh – 1949 – (“White Heat”)


Cody Jarret es un gangster despiadado y brutal que sueña con llegar a lo más alto en su vida, a la cumbre del poder. No le tiene miedo a nada ni a nadie, y elimina sin contemplaciones a todo el que se interpone en su camino o le estorba. Únicamente respeta a su posesiva madre, que le domina en la sombra. Cuando con su banda asalta un tren y se lleva trescientos mil dólares, es detenido y encarcelado. No le preocupa: tiene una coartada. Sin embargo, la policía ha tenido en cuenta sus planes y le está preparando una desagradable sorpresa.

“Al rojo vivo” no sólo es una de las obras maestras imprescindibles del gran Raoul Walsh, sino que es una de las obras maestras imprescindibles de la historia del cine y del cine negro en particular. En ella se nos narra la brutal desventura de Cody, un gangster que lucha por conseguir llegar a lo más alto, a la cima del sueño norteamericano, y que emplea para ello todas las armas que encuentra a su alcance (generalmente las de la violencia en todas sus formas), lo que le termina por convertir en un ser monstruoso, en un muerto en vida. Éste gangster, interpretado por un inolvidable James Cagney en un absoluto estado de gracia (es uno de sus papeles más soberbios), simboliza el individualismo más radical al que el mundo moderno aboca a sus habitantes, individualismo que únicamente encuentra un obstáculo: el de una figura materna férreamente dominante y terrible (mil veces satirizada), figura que a su vez alimenta este mismo individualismo y que ha ayudado a crearlo como canalizadora de las exigencias de una sociedad implacable en la que sólo sobreviven los más fuertes. “Al rojo vivo” sigue, por medio de una trama lineal abocada al fatalismo más extremo, la lucha de Cody con hacerse con sus sueños y su caída acorralado como un perro, caída que ha sido vista tanto como mensaje moralista como crítica inmisericorde a los valores del momento (valores que no han cambiado nada por desgracia). El filme, potente, impactante, sangriento y despiadado, ejerce sobre el espectador una violencia física y psíquica que todavía hoy sorprende, al igual que ocurre con obras magnas emparentadas con ésta temática y argumentalmente como “Scarface”. Cody, en su camino a la cumbre, pisotea a todo el que se le cruza o le resulta una molestia, y ni sus propios amigos se libran de su crueldad y de su total indiferencia al sufrimiento ajeno. Todo, como he dicho, le pasa factura. Al sueño americano llegan muy pocos, y los caminos más cortos hacia su seno son los de la destrucción de los demás y de uno mismo. El antológico desenlace de esta maravilla lo dice todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Master Piece!!!!!!!!!!!!!!

john mcclane dijo...

Tengo que reconocer que estoy al debe en lo que se refiere a la filmografia de James Cagney. Esta película queda inmediatamente anotada en la lista de pendientes.

Saludos ;)