viernes, 12 de junio de 2009

EL DOCTOR FRANKENSTEIN de James Whale - 1931 - ("Frankenstein")


El joven doctor Henry Frankenstein ha pasado mucho tiempo encerrado en una vieja torre de la comarca de Goldstat casi sin saber nada del mundo exterior. Ha trabajado muy duro para lograr su sueño científico y por fin lo ha conseguido: construir un ser humano artificial y darle vida. Sin embargo, ha tenido un fallo imperdonable… Su ayudante, el jorobado Fritz, le ha colocado el cerebro de un asesino, el cual ha robado de la Facultad de Medicina. Por ello, cuando "el joven Frankenstein" nace, escapa del laboratorio y se pierde en la comarca, en la que siembra la muerte y la destrucción... Henry, acompañado de su amada Elizabeth y de sus amigos Victor y el profesor Waldman, debe pararle los pies a su creación como sea.

Como tantos otros, el inglés James Whale comenzó su andadura artística en el mundo del teatro antes que en el del cine. Soldado durante la Primera Guerra Mundial, fue capturado por el bando alemán e improvisó representaciones en su campo de prisioneros para hacer más llevadera su situación y la de sus compañeros. A su vuelva a Inglaterra, continuó con su carrera de actor, la cual amplió a diseñador de vestuario y escenografía y más tarde a director. Con la obra de teatro “Journey’s End” Whale pudo instalarse en los Estados Unidos, concretamente en el mundo de Broadway, del cual pasó a Hollywood tras cautivar a la Universal, que le ofreció dirigir las películas que le lanzarían a la fama: “El puente de Waterloo”, “El Doctor Frankenstein” y su secuela “La novia de Frankenstein”, entre otras. James Whale tenía un espíritu romántico, libertario y siempre inquieto. Su cine era sentidamente poético, aventurero, oscuro y onírico, protagonizado a menudo por personajes incomprendidos o desterrados de la sociedad por su condición de diferentes, como el propio Whale, homosexual declarado y, por ello, tristemente marginado. Pintor además de cineasta, fue un maestro total de la escenografía y del ambiente, de los efectos especiales, de la movilidad de la cámara y del ritmo y del uso expresivo del maquillaje (todo esto resultado de aplicar sus conocimientos pictóricos en el cine), y fue capaz de rodar geniales películas con presupuestos ajustadísimos. Aunque creó obras de todo tipo, fue siempre recordado por sus cintas de terror y fantásticas (lo que no siempre le sentó bien): los dos Frankenstein, “El caserón de las sombras”, “El hombre invisible”… Otras geniales obras suyas fueron “¿Recuerdas la última noche?”, “Magnolia”, “La carretera de vuelta” o la magnífica “El hombre de la máscara de hierro”. Por su mencionada homosexualidad gritada al cielo, James Whale fue despreciado y relegado por Hollywood al mercado de la serie B en los tiempos del inflexible Código Hays. A partir de aquí, alternó buenas películas con otras ciertamente menores. Se retiró del cine cansado y decepcionado en 1941, recluyéndose en su hogar para dedicarse a la pintura hasta su desafortunado suicidio en 1957. Dejó una nota que decía: “Mi vida ha sido maravillosa”.

Después del gran éxito que cosechó el imprescindible “Drácula” de Tod Browning y Bela Lugosi, la Universal comenzó su edad dorada del cine fantástico y de terror. La siguiente mítica película de esta edad fue su otro gran clásico: “El Doctor Frankenstein”, encargada al comentado James Whale, que realizó una personalísima versión que fue en su momento y que sigue siendo hoy tan amada como odiada. Para bien o para mal, Whale no fue fiel a la novela de Mary Shelley en la que se basaba. Esto dio a su película una personalidad inimitable: Frankenstein fue un monstruo "completamente moderno", una de las creaciones cumbre del diseño de vestuario y maquillaje de la época (obra del maestro Jack Pierce). Boris Karloff (inolvidable) aterrorizó y también conmovió (esto último especialmente a partir de "La novia de Frankenstein") a toda la generación de la década embutido en maquillaje y dando vida a lo que era un extraño cruce entre el hombre y el metal en el que se fusionaban el goticismo clásico de las narraciones románticas del siglo anterior con, me atrevería a decir, la revolución industrial y hasta el futurismo. La trama tal vez fuera el punto flaco de la primera obra maestra de Whale y de Karloff: Frankenstein no era, como en la novela, un ser físicamente monstruoso de buen corazón que era corrompido por una sociedad que le despreciaba por su físico; Whale le colocaba a este ser el cerebro de un asesino despiadado, con lo cual este mensaje no tenía demasiado sentido e incluso se mostraba como una laguna argumental: si Frankenstein era un asesino de tal calibre, no tiene razón de ser que se emocione con la niña del río, por ejemplo (a no ser que Whale quisiera hablar de la redención, cosa que yo por lo menos no creo…). Sin embargo, a pesar de esto, “El Doctor Frankenstein” es una película imprescindible de la historia de su género: una reflexión sobre los problemas de crear vida artificial y sobre un ser marginado a consecuencia de esta acción soberbia que acaba pagando el castigo social que no merece. Sus escenarios son geniales, su ambiente de lirismo oscuro absorvente, la iluminación cautivadora, el elenco el mejor y la brutalidad que desprende aterradora. Por supuesto, y aunque fue un éxito de taquilla fulminante incluso en un país tan puritano como los Estados Unidos, fue también víctima de numerosos problemas con la censura del momento y de las quejas de ciertos grupos religiosos y protectores de la moral. En Inglaterra, "El doctor Frankenstein" se presentó con numerosos cortes, y en países como Italia o Suecia fue directamente prohibida. Cuatro años después, James Whale rodaría su también grande secuela, “La novia de Frankenstein”, en la que terminaría con la mitad que falta de la novela de Shelley, en la que desarrollaría al personaje del todo y por fin en todas sus lógicas consecuencias y en la que volvería a divagar sobre la vida, la muerte, la marginación del diferente y la ciencia utilizada sin control.

1 comentario:

Igor Von Slaughterstein dijo...

Realmente lo de poner a un asesino en el cuerpo del monstruo es lamentable, y le quita sentido a la escena de la niña en la que funciona más bien como lo haría un retrasado.

¡Pero que escena, rediosss! Y que peliculón en definitiva.

Y agregame a los F/F´s de tu blog, maldito bastardo!! Que tienes hasta el del nacho :(

Saludos!!