lunes, 29 de junio de 2009

LA EDAD DE ORO de Luis Buñuel – 1930 – (“L’âge d´or”)


Después de un documental muy breve sobre el alacrán, un grupo de bandidos descubren a unos clérigos muertos que rezan en un lugar apartado. Allí se funda la ciudad eterna de Roma, pilar del Imperio Romano. Unos amantes intentan en ese lugar consumar su apasionado amor sin barreras. Sin embargo, fuerzas ajenas intentan separarlos por la fuerza. Él escapa de los que le quieren hacer prisionero y vuelve a ver a su amor en una fiesta de la clase alta. En ese ambiente hostil, ambos intentan de nuevo amarse sin límites. Pero se lo vuelven a impedir…

“La edad de oro” es, además del primer largometraje de Luis Buñuel, el filme que rodó justo después de “Un perro andaluz” y justo antes del genial documental social que fue “Las Hurdes. Tierra sin pan”. Tras el gran éxito y la gran aceptación de su cortometraje debut por parte de los surrealistas, su creador volvió a rodar un filme en los cauces de este movimiento, sólo que ahora duró sesenta minutos. El guión volvió Buñuel a intentar escribirlo con ayuda de Salvador Dalí (co-guionista de “Un perro andaluz”), aunque el proyecto conjunto no terminó de cuajar y el pintor terminó abandonándolo (a pesar de todo, su nombre se conserva en los títulos de crédito). Al parecer, la amistad de ambos se había estado minando en los últimos tiempos, amistad que posteriormente se rompería, tristemente, por completo. Comentan que una de las causas primeras de esta ruptura pudo ser Gala, la mujer de Dalí. Buñuel, con unas pocas ideas que a pesar de todo le dio el pintor, desarrolló sólo el guión de “La edad de oro”. El filme, como el anterior, volvía a ser un delirio surrealista que buscaba escandalizar a la sociedad del momento por medio de cuestionarla y criticarla de arriba abajo y sin piedad. La asociación de ideas libre de “Un perro andaluz” da paso aquí a un grupo de ideas ya perfectamente conectadas entre ellas que componen un leve hilo conductor del relato, aunque todos los estratos de esta composición resulten a su vez producto de la misma asociación de ideas en completa libertad mencionada. “La edad de oro” narra la historia de dos amantes presas del “amour fou” que se niegan a que la sociedad les controle o les coarte su amor y se rebelan contra ella. En palabras del propio Buñuel "El instinto sexual y la pulsión de la muerte forman la sustancia de la película. Es una cinta romántica realizada con frenesí surrealista". En el filme se ataca de manera frontal a todo aquello que Buñuel detestaba y que nunca dejó de atacar: a la aristocracia, a la burguesía, a la Iglesia, a los convencionalismos y a las normas morales de cualquier tipo, a la hipocresía, a la mesura de los instintos, a la represión sexual… Mezclando el documental con la ficción y exprimiendo de una forma extraordinaria la voz en off (fue “La edad de oro” una de las primeras películas sonoras de Francia), buscaba su imparable cascada de escenas collage la revulsión total en cada imagen, en cada escena, mostrando un contenido crudísimo, violento hasta la brutalidad, de aura decadente y cargado de sexualidad y de morbo. Mediante constantes y a veces muy oscuras metáforas y símbolos, Buñuel pone patas arriba la sociedad de la época y la desprecia con un descaro inusual. Algunas de las imágenes más llamativas: los alacranes, ¿preludio del ataque que se avecina?; los clérigos muertos rezando sus oraciones, que simbolizan la caída de la Iglesia; el amor entre el barro, que puede simbolizar la entrega total a un amor “sucio” y pasional hasta el límite con todas sus consecuencias; la fiesta burguesa de los “mallorquines”, ejemplo de la decadencia de las clases altas; el lanzar objetos por la ventana de toda índole (una jirafa incluida), ¿el desprenderse de ataduras?; la escenificación de “Las 120 jornadas de Sodoma” del Marqués de Sade, con el propio Sade caracterizado como Jesucristo o la cruz cristiana con las cabelleras de las chicas muertas colgadas… “La edad de oro”, con su rico torrente de perturbadoras imágenes, se abre a mil pequeñas y grandes interpretaciones, a pesar de que sus intenciones básicas de dinamitar todo lo establecido quedan más que patentes. La película, financiada por el vizconde de Noailles (aristócrata liberal que se quedó fascinado por "Un perro andaluz") fue un completo escándalo, mucho más que la mencionada "Un perro andaluz". Grupos conservadores como la Liga de los Patriotas asaltaron algunas salas y las destrozaron y la cinta acabó siendo prohibida de manera fulminante. La edad de oro de Buñuel había comenzado.

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