lunes, 20 de julio de 2009

EL MAQUINISTA DE LA GENERAL de Buster Keaton y Clyde Bruckman – 1927 – (“The General”)


Johnny Gray es un joven maquinista del Sur de los Estados Unidos que, al estallar la Guerra de Secesión, es despreciado por la chica a la que ama, Anabelle, que cree que no se ha alistado para luchar por cobardía cuando en realidad ha sido relegado a la retaguardia porque los altos cargos han considerado que su gran labor con su locomotora, La General, es más útil que su brazo en el combate. Un buen día (para Johnny), un comando del ejército del Norte secuestra a Anabelle y huye en La General. Johnny les persigue en otra locomotora... El caos va a recorrer todo el continente.


Tal vez el humorista norteamericano del cine más importante y famoso de la historia sea, junto a Charles Chaplin, Buster Keaton. Hijo de acróbatas, comenzó en el arte del gag junto a sus padres actuando en los music halls en números en los que sus progenitores se dedicaban a hacerlo caer, estrujarlo, zarandearlo e incluso lanzarlo contra el público sin que él, siendo un niño, no moviese un músculo de la cara. Fue el también comediante Roscoe Arbuckle “Fatty” quien lo introdujo en el mundo del celuloide, en donde trabajó en muchísimos cortometrajes como guionista y como protagonista en la época muda. Joseph Frank Keaton tomó el seudónimo de Buster en homenaje a las caídas que protagonizaba cuando era pequeño y especialmente a una en particular en la que, al tirarse por unas escaleras, el mago Harry Houdini, que era el jefe de la compañía para la que él y sus padres trabajaban, exclamó “What a buster!” (“¡Vaya porrazo!”). En España en cambio fue conocido como Pamplinas. Siempre con su cara de palo, hierática e inexpresiva, melancólico y tremendamente humano, luchaba Buster Keaton, creador de un estilo cómico basado en el estoicismo, contra situaciones adversas normalmente por el amor de una mujer o por un cierto reconocimiento social (aunque menos abiertamente que Chaplin, el humor de Keaton poesía también rasgos sociales). Y la diversión, por supuesto, estaba servida en su gran show, uno de los más arriesgados y peligrosos de la historia del séptimo arte, show que protagonizaba sin ayuda de dobles gracias a su enorme capacidad física: golpes brutales, escenarios destrozados por completo, explosiones, caidas, disparos, cañonazos, grandes multitudes, inolvidables escenas de acción... Este show lo repitió Keaton en innumerables películas de todos los géneros (tocó, siempre en clave de comedia, desde el western a la pura aventura pasando por el filme deportivo o por el de misterio) desde 1923 a 1929, su etapa de esplendor artístico y comercial: en “La ley de la hospitalidad”, en “Las tres edades”, en “El moderno Sherlock Holmes”, en “El navegante”, en “El Rey de los Cowboys”, en “Siete ocasiones”, en “El boxeador”, en “El colegial”, en “El maquinista de la General”, en “El cameramán” o en “El héroe del río”. Desgraciadamente, Buster Keaton pasó una etapa final de su vida terrible: aunque nunca dejó de trabajar (fue asesor de gags de grandes como los Hermanos Marx y hasta presentador de televisión) sus apariciones en el cine se hicieron cada vez más fugaces debido a lo tremendamente caros que resultaban sus shows, a la libertad creativa que perdió a raíz de esto progresivamente, a las deudas que fue contrayendo, a grandes fracasos amorosos y familiares (su esposa y sus hijos le abandonaron) y a su adicción al alcohol y al juego (perdió muchísimo dinero en ruinosas partidas de cartas). Buster Keaton, después de que su obra, olvidada tras su decadencia, fuese rehabilitada y revalorada en los años cincuenta, murió de un cáncer en 1966 habiendose recuperado por lo menos anímicamente gracias a este reconocimiento final y a los enormes papeles que realizó en filmes de otros autores como “El crepúsculo de los dioses” de Billy Wilder, “Candilejas” de Charles Chaplin o “La vuelta al mundo en ochenta días”, en la que acompaño a Cantinflas.


No sé si es la mejor, pero sí que desde luego es la película más famosa del gran cómico Buster Keaton. “El maquinista de La General” es una de las más enormes comedias de la historia del cine y una de las primeras (y mejores) películas de acción que se han rodado nunca. Basándose en un capítulo real ocurrido durante la Guerra de Secesión retratado en el libro “Audacia y sufrimiento: Una historia de la gran aventura ferroviaria” de William Pittenger, Buster Keaton rueda junto al habitual director de comedias Clyde Bruckman una sencilla historia de amor y de aventuras con una base bastante patriotera que no son más que una excusa para dar paso a una de las persecuciones más vibrantes, frenéticas y peligrosas de la gran pantalla, persecución rodada casi toda ella en trenes en movimiento y con sus protagonistas, entre ellos el propio Keaton, realizando por sí mismos casi todas las acciones arriesgadas que el espectador puede admirar (Keaton las afrontó en solitario absolutamente todas: no tuvo un solo doble para ninguna escena). Un guión medido al milímetro, unos gags impresionantes por su increíble inventiva y por su tremenda dificultad, un ritmo y un pulso narrativo trepidantes, unos travelings de ensueño y unas coreografías soberbias se conjugan en una loca historia (ordenada en un montaje paralelo que muestra en todo momento las locomotoras de ambos bandos) cargada de romanticismo y de poesía en la que el inolvidable Johnny (Buster) es primero perseguidor y luego perseguido mientras, además de rescatar a su amada, desbarata los planes del ejército rival y se convierte en un héroe de guerra. Escenas para el recuerdo, incontables: Johnny quitando la basura que sus perseguidos le tiran con la locomotora en marcha, Johnny a su vez arrojándoles basura, Johnny sentado en la biela cuando la locomotora empieza a avanzar, el susto del oso en el bosque, la caída al río de todo el tren, la escena de los puentes, los cambios de vía, el disparo del cañón, los saltos de vagón en vagón... Queda en el tintero una crítica al filme que ya se ha hecho muchas veces: su, como dije antes, base patriotera, que antepone el honor militar a todo y que ridiculiza al los ejércitos del Norte y ensalza a los del Sur, lo que ha propiciado que muchos la hayan considerado una película maniquea (lo es sin duda) y también racista (queda más en el aire, porque no se hacen referencias a la esclavitud o a la raza negra). Tampoco importan demasiado, todo sea dicho, estos hechos.“El maquinista de La General” es puro espectáculo, y del bueno, del mejor. No ha perdido ni un ápice de la capacidad de divertir y de hacer reír que exhibió en su momento. Una película que le alegra el día a cualquiera y que no hay que dejar de ver. Y con amigos, mejor.

2 comentarios:

Alhy dijo...

Yo la vi con mi ama y se durmió. ¡Que le vamos a hacer! Creo que pasar del alcanfor de cine de barrio a las sutilezas del cine mudo is too much for her...

Tengo pendientes muchas. Demasiadas. Pero mi prefe del hombre de goma con cara de palo por ahora es The Navigator. Siento mucha ternura por este film, quiza porque fue el primero suyo que vi y el que me enamoró totalmente. Me identifique con esos dos niños mimados que espabilan a fuerza de estar solos y de tener que sacarse las castañas (en este caso los nativos del barco).
De hecho, la unica critica de cine que hice en un writing fue sobre esta peli. ¡Y saqué notaza! Ya te lo conte, pero a pocos dias de saber la nota del proficiency, necesito recordarlo ;)

Keaton Kisses ***

JLO dijo...

Keaton es lo mas grande q le pudo haber pasado a la historia del cine... sus films estan llenos de gags impresionantes, de modernidad, de clases de humor y de actuacion, un ser unico, irrepetible...

gran post de una peli entrañable...

salu2

Cuando el arte ataque