viernes, 28 de agosto de 2009

LA ÚLTIMA PELÍCULA de Peter Bogdanovich – 1971 - ("The last picture show")


1951. En Anarene, un olvidado y minúsculo pueblo de carretera de Texas formado prácticamente por una sola calle comercial, la vida se desarrolla sin cambios desde hace años. Todos los días son idénticos, todos los días aparecen las mismas caras y los problemas de sus habitantes no cambian en décadas y en generaciones. En este pueblo un grupo de jóvenes se agobia, se aburre mortalmente, busca diversión y una salida a su futuro de monotonía y hastío. También llevan aburriéndose sus mayores muchos años: además, todos guardan terribles secretos entre ellos. Con la nueva generación del pueblo, todo lo escondido tanto tiempo estallará por los aires y el lugar no volverá a ser el mismo.

Peter Bogdanovich fue otro de los autores de aquella generación norteamericana que cambió el cine de su país en los años setenta, aquella generación de rebeldes que buscaban o tratar asuntos más serios en sus historias o más libertad formal o un cine comercial adulto, aquella generación que, por desgracia, hoy en día está casi toda integrada en el peor de los sistemas, el del Hollywood actual, el del Hollywood de la decadencia y de los remakes que se hunde ante la invasión de las novedosas cintas de oriente y de la edad de oro de las series de televisión (guiones como los de "Perdidos", "Prison Break", "Los Soprano", "Roma", "Héroes", "A dos metros bajo tierra" etc. están destrozando a la meca del cine norteamericano). Sólo, tal vez, se salvan un poco de la garra este Hollywood Steven Spielberg (un cineasta que salvo altibajos siempre ha estado en plena forma), Martin Scorsese (que aún con una notable bajada en la calidad artística de sus obras todavía puede, digamos, salir del paso) y, en sus ultimísimos tiempos, Brian De Palma, que ha vuelto al cine social con su genial "Redacted". El resto se hunden en la miseria (artística): George Lucas, William Friedkin y hasta el propio Coppola, cuyo retorno al cine ha sido completamente independiente pero irregular y ombliguista. Peter Bogdanovich también, aunque fuera en sus inicios un excelente cineasta. Periodista ensayista sobre cine, comenzó trabajando, como Coppola, junto a Roger Corman con el thriller “El héroe anda suelto”. En sus películas reflejó con un cierto aliento social las vidas de los perdedores de la peor Norteamérica en un estilo frío y algo distante pero a la vez de gran carga dramática, un estilo preciso y heredero de las formas clásicas a las que, sin embargo, aplicó una gran carga de violencia visual. Su obra maestra “La última película” le lanzó al estrellato y le confirmó como la joven promesa que era. Por desgracia, tal vez se quedó sólo en una promesa… Sus siguientes obras tuvieron un muy buen nivel: la loca comedia “¿Qué me pasa, Doctor?”, la road-movie comedia dramática “Luna de papel”, el thriller de aventuras “Saint Jack”, la comedia romántica “Todos rieron” y el sórdido drama “Máscara”. Poco a poco, sin embargo, su genio pareció agotarse, y llegaron una serie de obras cada vez más imperfectas y menores, cada vez más espaciadas y cada vez más impersonales: la secuela de “La última película”, “Texasville”; el drama romántico irregular “Esa cosa llamada amor”, la secuela para televisión "Rebelión en las aulas II"… Su última película hasta ahora ha sido el thriller de época “El maullido del gato”. Eso sí, parece que con su documental musical "Runnin' Down a Dream", sobre Tom Petty and The Heartbreakers, ha remontado un poco el vuelo. Esperemos que le sirva la experiencia para volver a lo que fue.

Referencia total sobre la rebeldía y el desencanto de los años 70 en los USA, “La última película” fue toda una sensación en el momento de su salida a las salas. Ambientada en un pueblo minúsculo de la peor Norteamérica profunda a principios de la década de los cincuenta, refleja las vidas cotidianas perdidas de sus escasos habitantes, un grupo de jóvenes y de no tan jóvenes que luchan por la existencia en una miserable calle polvorienta donde siempre se ven las mismas caras, donde nunca pasa nada nuevo, donde la vida se estanca en una torsión agobiante. El espectador padece este agobio junto a sus personajes, ya que el desquiciante pueblo de la película cumbre de Bogdanovich es uno más (si no el más importantes) de sus personajes: un lugar del que uno/a quiere huir a toda prisa, un infierno de monotonía en el fallido país de las oportunidades, resaltado además por una cruda y polvorienta fotografía en blanco y negro que realmente consigue ahogar de tanta soledad y desamparo que inspira, soledad y desamparo que no es el otro que el de sus personajes, cowboys crepusculares que ya no creen en el sueño americano, aún siendo tan jóvenes. Luchan por salir de ese pueblo, pero la mayoría se ven incapaces: algo los retiene, y la vida sigue transcurriendo miserable, sin salidas salvo las establecidas (los convencionalismos sociales tradicionales y rancios). Son los propios USA en toda su triste destrucción, además del propio cine (representado por el local de cine del pueblo) buscando una nueva salida a un clasicismo en el que no puede estar más tiempo (y sin embargo, el estilo de "La última película" es de raiz clásica, tal vez en consciente contraposición a las innovaciones de los compañeros de generación de su autor). Empapada de una dolorosa melancolía casi insufrible, “La última película” fue una de las películas clave de todos los años setenta. Una lástima que Hollywood después de llegar a esta altura de madurez cayera tan bajo. El propio Bogdanovich se fue apagando poco a poco y nunca volvió a dejar obras como esta.

1 comentario:

Crowley dijo...

Pues sí, puede que sea el último trabajo decente de Bogdanovich antes del ocaso de su carrera. Una pena que lo posterior no estuviese a la altura.
Saludos