lunes, 3 de agosto de 2009

SUPERMAN de Richard Donner – 1978 – (“Superman : The movie”)



Antes de la destrucción del antaño esplendoroso planeta Krypton, un bebé es salvado de la muerte y enviado por sus padres a la Tierra. Allí crece como un ser ultrapoderoso rodeado de humanos débiles y necesitados de los que se convierte en protector con dos identidades: la del torpe periodista Clark Kent y la del salvador Superman. Ahora, este héroe ha de enfrentarse a una de las mentes criminales más brillantes del mundo, Lex Luthor, que planea hundir gran parte de las costas de los Estados Unidos para revalorizar unas tierras baldías que ha comprado en el desierto. Lex, además, sabe algo que nadie sabe… El punto débil de Superman. El gran héroe va a encararse con su reto más duro hasta el momento.

“Superman”, película mítica donde las haya y una de las grandes obras de Richard Donner, fue la primera incursión en la gran pantalla del mítico personaje de comic creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1935, además de la primera película “seria” sobre un superhéroe que se lanzó a las salas. La andadura audiovisual de Superman había comenzado en los años cuarenta, dado el tremendo éxito de la obra homónima de DC Comics, con cortometrajes animados, tras los cuales llegó una serie de televisión en los años cincuenta: “Las aventuras de Superman”, a la que siguieron numerosas series de dibujos animados e incluso películas en blanco y negro hasta la llegada del filme moderno comentado, al que siguieron otros cuatro de desigual calidad y nuevas series de animación y de actores como “La Liga de la Justicia”, “Superboy”, “Lois & Clark” o “Smallville” y películas sobre personajes relacionados como “Supergirl” que es mejor olvidar. El trabajo de Donner en esta inolvidable cinta de 1978, apoyado por artistas como John Williams en el apartado sonoro o Mario Puzo y Robert Benton en el guión, es inmejorable. La historia que narra guarda el justo equilibrio entre la presentación del héroe por medio de su triste pasado y entre su lucha contra su peor enemigo, el ominipresente Lex Luthor. Tiene “Superman” su dosis justa de acción (cimentada en unos efectos especiales soberbios que se llevaron un más que merecido Oscar), su dosis justa de romance, su dosis justa de aventura y su dosis justa de humor. El actor elegido para dar vida al hombre de acero fue, después de barajar interminables listas de nombres, el entonces casi desconocido Christopher Reeve (elección acertadísima), que bordó su papel y que se convirtió en un símbolo más de la cultura de los USA, mientras que para Lex Luthor fue elegido otro excelente Gene Hackman que otorgó la dosis justa de excentricidad y malevolencia y que repitió como villano en dos entregas más. En el punto flaco quedan, por supuesto, la moralina y el patrioterío que tantas veces se ha usado en este género, además de ciertos momentos de la trama que hoy vistos quedan realmente infantiles. Sin embargo, se le perdona todo. “Superman” tiene un encanto que pocas películas pueden imitar. Después de terminar este filme, Richard Donner tenía previsto rodar la segunda entrega, que ya había empezado a rodar a la par que esta (los villanos de “Superman II” aparecen brevemente en “Superman”, conectando ambas películas). Por problemas que aún no están del todo aclarados, la Warner despidió a Richard Donner cuando ya tenía terminada gran parte de la secuela y lo sustituyó por Richard Lester, que la acabó con notable solvencia. Queda todavía un poco en el aire la autoría que cada director tiene sobre esta segunda entrega de la saga, que para mí está al nivel de la primera aunque pierda parte de su encanto original.

1 comentario:

Cecil B. Demente dijo...

Para mi la buena es la primera, seguida muy de cerca de la tercera. La segunda no me va tanto, eso de que Lois y superman echen un kiki me parece muy fuerte.

Los hermanos Salkind, si recuerdo bien, fueron los productores, que se llevaban fatal con Donner. Así que si la peli resultaba un desastre, obligarían al director a rodar la segunda parte, pero si era un taquillazo se lo quitaban de encima, cosa que al final sucedió.