miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA INFANCIA DE IVÁN de Andrei Tarkovski - 1962 - ("Ivanovo Detstvo")


Plena Segunda Guerra Mundial. Alemania ha invadido Rusia, tierra en la que se lucha encarnizadamente cada día por la supervivencia y por conservar el más mínimo trozo de terreno. Iván es un niño de doce años del campo huérfano por culpa de los nazis, que asesinaron brutalmente a su madre en su presencia. Iván, destrozado y rabioso, sólo tiene una obsesión: unirse al ejército de su país para matar nazis, cuantos más mejor. Iván sólo vive ya para una cosa: para vengarse. Su infancia ya ha sido sacrificada.

Inigualable maestro del cine ruso, Andrei Tarkovski fue un poeta y un filósofo de la imágen sin igual, autor a menudo incomprendido y con una filmografía muy pequeña pero del todo imprescindible. Cercano a la tradición cinematográfica lírica y patriótica de su país pero a la vez completamente independiente de ella, rechazó para sus películas la unidad dramática tradicional y el montaje “ordenado” y “lógico” de compatriotas como Eisenstein, y dividió sus historias en capítulos como los de una novela o los de una epopeya. Fue un fiero defensor de la individualidad absoluta del autor, que consideraba que siempre tenía la última palabra frente a cualquier poder, y también de la irracionalidad estética de la obra de arte (“la creación no depende en absoluto del análisis racional”, sentenció). Por esta independencia y esta negativa a adecuarse a nada, además de por este “desorden” estético, tuvo Tarkovski numerosos problemas para rodar y por ello únicamente llegó a terminar siete películas en toda su vida. Su cine, ecléctico e irracional, metafísico y existencial, metafórico y lleno de símbolos, onírico y poético, gran captador del interior alma humana por medio de inquisidores y crudos planos cercanos, reflexionaba sobre la imagen y sobre los acontecimientos mostrados mediante una narrativa pausada y deliberadamente lenta, deliberadamente contemplativa, a menudo cimentada en su famoso plano-secuencia largo que buscaba repasar toda la información de manera exhaustiva para que el espectador la tuviera presente en todo momento. Trató Tarkovski en sus películas temas variados, aunque en todas prevalece siempre su obsesión por el futuro de una humanidad decadente y falta de espiritualidad y moral, por la libertad del hombre en un ambiente hostil, por el cine dentro del cine y por el arte y sus entresijos, además de por la lucha del artista contra un ambiente opresor que le impide desarrollar sus creaciones por completo. Debutó con el mediometraje “La apisionadora y el violín”, a la que siguió su primer largometraje, “La infancia de Iván”. Después llegaron “Andrei Rublev”, sobre los artistas y su relación con el poder establecido; la fábula de ciencia ficción “Solaris”, “El espejo”, sobre un hombre que se autoanaliza y que parece emparentarse con la propia Rusia y sus problemas; “Stalker”, nueva fábula de ciencia ficción, “Nostalgia”, sobre el exilio y el desarraigo y “Sacrificio”, reflexión sobre una sociedad espiritualmente muerta. Su estilo desencantado, anticomercial y siempre polémico no sentó bien a la Rusia (URRS) de su momento, por lo que muchas de sus películas fueron prohibidas y Tarkovski, aunque amaba profundamente a su país, hubo de exiliarse. Murió con 52 años de cáncer.

“La infancia de Iván”, basada en un relato de Vladimig Bogomólov, fue el primer largometraje de Andrei Tarkovski, una reflexión tremendista sobre la guerra y la violencia desde la memoria y una de sus obras más asequibles y menos complejas por ser tan temprana. En ella, narra la historia de un niño ruso de doce años, Iván, que, habiendo visto como los nazis asesinaban a su madre, se obesiona, perdiendo así su infancia de golpe, con unirse al ejército de su país para luchar contra ellos. Despunta ya en esta obra el particular estilo del autor: onírico y poético, crudo y descarnado en lo dramático (aquí además en blanco y negro) y obsesionado con mostrar los entresijos de la mente de los seres humanos, raza que ya aparece aquí representada en horrorosa decadencia, como era habitual en Tarkovski, obesionado por el futuro de nuestro género. Iván es un niño monstruo, un niño prematuramente envejecido y al que la bilis le arte dentro, un niño obsesionado con vengarse de los nazis, obesionado con matar cuandos más alemanes mejor. Es sorprendente e impactante esta transformación repentina producto de la destrucción de una vida feliz y de un ser querido, transformación que Tarkovski explica pasando del pasado al presente y viceversa constantemente, mostrando a los dos Iván y sus diferencias de forma incesante. Es también sorprendente contemplar cómo el deseo de venganza hace que el segundo Iván, el “maduro”, encuentre fuerzas de flaqueza en la nada para seguir su camino, para encontrar a los nazis y ejercer su derecho a la violencia. Alabada por Sartre y Bergman, entre otros, “La infancia de Iván” queda para la historia como uno de los más grandes relatos fílmicos de una infancia rota y de un niño convertido en despiadado asesino.

1 comentario:

Hernán dijo...

Un niño monstruo... muy buena la definición. Es impresionante la mirada de Iván en todo momento, tanto en los pasajes de felicidad como en aquellos de extrema violencia. Hay que reconocer el trabajo del actor, que luego repetiría con Tarkovski en Andrei Rublev haciendo de Boriska, también un personaje de mucho peso pero completamente diferente. Muy bueno el post.

Saludos.