martes, 1 de septiembre de 2009

LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS de Don Siegel – 1956 – (“The invasion of the Body Snatchers”)


Cuando el doctor Miles vuelve a Santa Mira, su pequeña ciudad de la Norteamérica profunda para realizar unos trabajos, se reencuentra con su vieja amiga Becky, que le comenta que algo raro ocurre: la gente se muestra cada vez más fría y distante en el lugar. Poco a poco, Miles observa esto en sus pacientes, en sus vecinos y en sus amigos. Muy pronto, descubre que se trata de una misteriosa invasión; alguien o algo está suplantando a los humanos y les está quitando sus sentimientos. Miles y un grupo de personas van a intentar plantarle cara a este ataque en la sombra.

Injustamente olvidado y recordado casi únicamente por el filme “La invasión de los Ladrones de Cuerpos” y por los cinco que dirigió con Clint Eastwood como protagonista (fue el autor de la fulminante y mítica “Harry, el Sucio”), Don Siegel es uno de los directores de la violencia norteamericanos más importantes y uno de los que mejor expuso el problema de la ambigüedad política y moral de toda su época (ambigüedad que creo que siempre ha estado y estará presente en toda la historia de la humanidad). Su estilo es brutalmente directo, muy sintético, simple y remarcado por la acción constante (ha sido definido por muchos como uno de los creadores de la “acción pura” moderna) y por la violencia física y psíquica cruda, frontal y sin concesiones. En sus obras, muchas de ellas negras o enraizadas en este género, muestra la cara oscura de los Estados Unidos y sus mencionadas ambigüedades, que vienen recogidas por sus personajes, a menudo antihéroes y seres marginales que se ven forzados a actuar con las armas de las que disponen contra sistemas que resultan tan ambiguos como ellos. Don Siegel fue capaz de conjugar su indiscutible aliento autoral con obras comerciales, aunque en ocasiones hubo de escapar a campos como la serie B para poder tener más autonomía. Director con una cierta aura maldita por su a menudo patente incorrección política, fue llamado fascista y/o anticomunista por sectores de la izquierda, mientras que desde la derecha también fue severamente criticado por poner en tela de juicio el sueño americano en sus creaciones. La misma “Harry, el Sucio” fue considerada tanto un ataque al referido sueño estadounidense como un alegato fascista a favor de que las personas impartan, ante lo que consideran injusto, su propia justicia por medio de su propia mano. Sobre esto él dijo: “No concibo que cuando alguien es un asesino psicópata, y yo me preocupe de mostrarlo tal y como es, crean que le doy mis simpatías. Lo mismo sucede con el policía, que en cierto modo es tan asesino como el psicópata. Creo que al público hay que sugerirle las cosas, estimularle para que piense”. Bastante ecléctica, su amplia aunque a veces irregular filmografía se compone de filmes negros y thrillers: “El gran robo”, “Infierno 36”, “The Lineup”, “Código del hampa”, “Brigada homicida”, “La jungla humana”, “Harry, el Sucio”, “La gran estafa”, “El molino negro” y “Teléfono”; de westerns: “Duelo en Silver Creek”, “Estrella de fuego”, “Dos mulas y una mujer” y “El último pistolero”; de filmes de ciencia ficción: “La invasión de los Ladrones de Cuerpos”, de películas románticas: “Aventura para dos”, de filmes bélicos: “Comando”, de dramas: “El seductor” y de películas de aventuras: “Fuga de Alcatraz”.

“La invasión de los Ladrones de Cuerpos” es uno de los mejores ejemplos que se pueden poner para hablar sobre la ambigüedad que impregna muchos filmes de Don Siegel y, además, uno de los títulos legendarios del cine de ciencia ficción de todos los tiempos. Basado en una novela de Jack Finney, el filme narra la invasión silenciosa e imparable de unos extraterrestres que, al contrario de lo que se había venido viendo hasta la fecha, no tenían un cuerpo propio, original y extravagante, sino que, llegados del espacio con forma de plantas, poseían progresivamente los cuerpos de los mismos seres humanos, a los que sustituían dejándoles sus viejos recuerdos aunque también quitándoles sus emociones, quitándoles la capacidad de sentir amor, amistad, cariño o el más elemental de los afectos. La película, de serie B, demostró que con imaginación, muy poco presupuesto y casi sin efectos especiales podía rodarse una obra maestra del género. Don Siegel crea una fábula verdaderamente asfixiante y terrorífica: pocos filmes de la época resultaron tan angustiantes, tan descorazonadores, tan pesadillescos; la obra jugaba con nuestro miedo a ser suplantados y a perder nuestra identidad, y lo hacía sumergiendo a sus protagonistas en el delirante clima de una pequeña ciudad acogedora y tranquila de la Norteamérica profunda que muere progresivamente en vida mientras la colectividad uniformada y sin sentimientos aplasta sin piedad a los pocos individuos que van quedando para combatirla. Escenas memorables se han quedado grabadas para siempre de esta maravilla: a llegada al lugar con el niño huyendo de su propia madre, la presentación de los primeros y helados humanos suplantados, el acorralamiento en la clínica, los discursos de los mismos suplantados animado “felices” a los demás a unirse a ellos, la aparición de los fetos que van tomando progresivamente las formas de sus víctimas, las plantas que los crean en el invernadero, la persecución final y la escena de la carretera, la cual era inicialmente la última escena del filme. Por razones de censura o meramente comerciales, el estudio impuso a Siegel un desenlace en el que el FBI acababa con la invasión secreta. Esto da pie al debate sobre las miles de interpretaciones que puede tener esta película, surgida en medio de la paranoia política, social y atómica del momento. “La invasión de los Ladrones de Cuerpos” puede ser vista como un alegato anticomunista, un alegato en contra de utopías al estilo de “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, un alegato a favor del ser humano con todo lo malo y lo bueno que esconde en su interior, un alegato contra el sistema capitalista (que como el comunista también elimina a los individuos), un alegato contra la deshumanización del mundo moderno o incluso un alegato contra la Caza de Brujas (la que según algunos críticos el filme justifica). Hay escenas muy significativas aunque bastante ambiguas al respecto: la del psiquiatra, que asegura (ya poseído por los extraterrestres) que todo se trata de una epidemia de histeria colectiva, y la de la barbacoa, en la que el sueño americano parece ser interrumpido por la presencia de las plantas malignas.

¿Qué creen que esconde en su interior “La invasión de los Ladrones de Cuerpos”?

2 comentarios:

Lucifer, Becario del Mal dijo...

Me gusta mucho el repaso que le has dado a Siegel, desconozco muchas de esas pelis y creo que se merecen una oportunidad. Pero hay que reconocer que bebe de muchas leyendas negras del anticomunismo, y dudo mucho que en la época y el pais pudiera tener lecturas muy diferentes. Solo podemos suponer honestidad y recalcar que es una excelente pelicula de terror, conspiraciónes, ciencia-ficción de la dura y momentos mágicos de horror vegetal.
Saludos!

Anónimo dijo...

gran peli.
genial comentario.