lunes, 21 de septiembre de 2009

MAX PAYNE de John Moore – 2008 – (“Max Payne”)


Max Payne es un policía de Nueva York que vive amargado y lleno de odio por el asesinato de su mujer y de su bebé, que quedó sin resolver. Aunque trabaja como administrativo del cuerpo, también es, en su tiempo libre, un incansable espía de los bajos fondos de la ciudad que se resiste a olvidar el caso que le destrozó la vida. Un día, este caso parece, por fin, volver a él: una joven con la que habló brevemente en una fiesta de criminales aparece brutalmente asesinada y su carnet de identidad es encontrado junto a su cuerpo. Max Payne va a ser perseguido tanto por la policía como por la mafia, pero también va a encontrar las pistas definitivas para resolver el caso del asesinato de su familia.

El irlandés afincado laboralmente en Hollywood John Moore es un mediocre director de filmes comerciales sin personalidad que, centrado en los remakes, debutó encargándose de capítulos de la famosa serie de animación “Rugrats”. Su filmografía se compone del filme de acción “Tras la línea enemiga”, de los remakes sin interés de “El vuelo del Fénix” y de “La Profecía” y del nuevo filme de acción “Max Payne”.

Como muchos vaticinaron, la adaptación para la gran pantalla del videojuego “Max Payne” (uno de los primeros en explotar con todas sus consecuencias los efectos del “tiempo bala”) vuelve a ser otro fiasco dentro de este “género” (ya se le puede, de alguna manera, llamar así) que no para de aportar disgustos a sus fans (desde que empezaron a producirse, las adaptaciones de obras de estos medios de entretenimiento se han destacado tristemente por resultar, salvando a unas poquísimas y honrosas excepciones, verdaderamente horripilantes). La película es simplona hasta decir basta: el policía Max Payne, un Mark Wahlberg bastante aburrido de su papel, arrasa, para vengar el asesinato de su esposa, de su bebé y de su compañero de trabajo, con toda una organización criminal camuflada de compañía farmacéutica casi sin ayuda (una mafiosa que también quiere vengar a su hermana y un detective interpretados respectivamente por Mila Kunis y por el cantante Chris Ludacris le echan una muy pequeña manita). La película, dirigida con un estilo videoclipero pastoso y a veces irreal y cansino para la vista por el mediocre John Moore, es una cascada de acción anodina (con escenas previsibles que no tienen nada que ofrecer) sazonada con toques de misterio muy tópicos y predecibles. La trama principal, basada en el clásico juego de traiciones, no funciona: lo de las drogas para formar a soldados perfectos es una chorrada inmensa, y todavía más idiota es el hecho de que todos los que las toman vean las mismas alucinaciones, consistentes en verse atacados por unas gárgolas demoníacas por cierto bastante cutres. Esta trama por si no fuera poco es además incoherente en ciertos momentos, especialmente en todo lo que tiene que ver con las mencionadas alucinaciones (asesinatos sin lógica, cadáveres despedazados de manera absurda, un villano secundario que aparece y desaparece cuando y donde le viene en gana…). Los personajes, entre los que faltan muchos de los más interesantes del videojuego (al que encima la película no es del todo fiel), para colmo son planísimos, incluido el propio Max Payne, cuya relación con su familia muerta y con el villano principal (un flojito y sin mucho carisma Beau Bridges) apenas aparece esbozada. “Max Payne” es otra adaptación de videojuego anodina, aburrida y ridícula. Nada nuevo, por otra parte.

1 comentario:

Mike Lee dijo...

Una de las decepciones del año anterior. Esperemos que no tarde mucho en llegar una adaptación digna de un videojuego.

¡Saludos!