miércoles, 2 de septiembre de 2009

SECUESTRADORES DE CUERPOS de Abel Ferrara – 1993 – (“Body Snatchers”)


Marti detesta a su madrastra, a la que ve como una impostora sustituta de su madre. Junto a ella, junto a su hermanastro y junto a su padre, que ya no le presta atención, va a pasar parte del verano en un aburrido campo militar en el que éste, que es inspector de medio ambiente, ha de realizar unos estudios. Algo extraño pasa en el lugar: los soldados son tremendamente fríos y por momentos se comportan como si no fuesen seres humanos. Muy pronto, Marti descubre la razón: alguien o algo está suplantándolos y quitándoles todos sus sentimientos. Con su familia y con algunos supervivientes de la misteriosa posesión va a intentar enfrentarse a la amenaza silenciosa…

Después de una década sin invasiones de ladrones de cuerpos, Abel Ferrara se encargó a principios de los años noventa de dirigir el segundo remake de la obra maestra de Don Siegel, el menos conocido de todos (porque fue un estrepitoso fracaso comercial) y tal vez el peor de todos artísticamente (incluso está por debajo de la mediocre nueva versión del año 2007), ya que, al parecer, los productores lo destrozaron sin piedad a base de cortes y lo terminaron dejando en unos escasos ochenta minutos llenos de precipitación y lagunas. Ninguna sorpresa tiene ya que presentar “Secuestradores de cuerpos”, incluso siendo una obra de un director personalísimo que ha creado maravillas como “Teniente corrupto” u obras maestras del cine fantástico como “The Adicction”. La historia vuelve a ser la misma, aunque se ambienta en una base militar y los personajes son distintos y originales (aunque también bastante planos). Los invasores extraterrestres vuelven a poseer progresivamente a los seres humanos y el desenlace vuelve a ser el de la anterior entrega, la de Philip Kaufman (el desenlace que Don Siegel quería para su obra). El contexto es sin embargo distinto: sobre el filme está planeando la sombra de la Primera Guerra de Irak, y de ella se vale Ferrara, que siempre ha sido un director de aliento crítico, para retratar la terrible deshumanización que late en el ejército de los Estados Unidos (y en cualquier otro ejército), una máquina de matar fría e implacable en cuyas filas no hay lugar para sentimientos de ningún tipo. Otro asunto tratado en el filme es, y viniendo de alguien como él, un católico autodeclarado (que no mojigato), la descomposición de la familia en el mundo moderno y el hecho de que en muchas de ellas sus miembros convivan como auténticos extraños (ocurre en las de las dos protagonistas). La película está bien dirigida y tiene ritmo y una excelente ambientación oscura y opresiva (un clásico del cine de su autor), aunque todo falla por la falta total de sorpresas y lo anodino de los personajes. El predecible desenlace tampoco sorprende, no impacta, aunque consigue dar la visión pesimista que Ferrara deseaba dar sobre lo anteriormente expuesto. Tiene “Secuestradores de cuerpos” buenos momentos, como los del jardín de infancia con los niños suplantados jugando sin sentimientos, los de los soldados saliendo del agua embarrada con sus vainas como si estuviesen en la misma guerra o los del encierro desesperado de Forrest Whitaker (el único actor que aporta algo de carisma) en su despacho. Sin embargo, no son suficientes para levantar un conjunto excesivamente breve y frío. Es una lástima, porque está claro que nos encontramos ante otra película destrozada por manos que sólo saben de dinero, pero por desgracia lo que ha quedado es lo que hay, y es tremendamente flojito.

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