sábado, 24 de octubre de 2009

AMELIE de Jean-Pierre Jeunet – 2001 – (“Le Fabuleux Destin d'Amelie Poulain”)


La joven parisina Amelie Poulain ha visto a su pez de colores caer a las alcantarillas, a su madre morir en la plaza de Notre-Dame aplastada por una gárgola, a su padre dedicar todo su afecto al gnomo de su jardín y a sus vecinos, incapaces de darse amor, pelearse o avasallarse entre ellos o directamente ignorarse. Así que, a sus veintidós años, Amelie ha decidido su vocación: ayudar a los demás interviniendo en sus vidas sin que ellos lo sepan. Uno de los hombres a los que va a ayudar se llama Nino. Es un chico mediocre, joven y soñador. Amelie va a enamorarse de él…

Jean-Pierre Jeunet es tal vez el heredero del modo de ver el cine de Luc Besson más afamado fuera de las fronteras francesas. Como éste, cree en la posibilidad de hacer un arte fílmico comercial y a la vez realmente artístico, y también como éste, ha sido bastante criticado por ello. Sus películas están orientadas a un estilo fantástico/costumbrista de aire muy francés. En unas ocasiones han sido muy oscuras y de tintes macabros (“Delicatessen”), y en otras luminosas y románticas (“Amelie”), pero siempre con un toque de lirismo y con una ambientación onírica, muy recargada y retorcida, tendente al barroquismo y al efectismo (efectismo que Jeunet aplica a menudo pero del que no satura demasiado al espectador). Sus historias suelen ser estrambóticas, de personajes inquietantes y tiernos, a veces bastante violentas y a veces exacerbadamente soñadoras, cargadas de elementos mágicos y algo surrealistas. Es un gran maestro del ambiente, evocador como pocos (en ciertos aspectos me recuerda a una especie de Tim Burton francés). Practica un cine de evasión muy efectivo y ciertamente muy personal, un cine de líneas simples y siempre de entretenimiento pero en absoluto de vulgar consumo rápido. Tiene Jeunet una filmografía aún corta pero de gran imaginación y calidad dentro de su género, en el que cada día es más difícil sorprender. Debutó con dos películas muy sombrías y crudas, ambientadas en una Francia apocalíptica y ruinosa y ambas co-dirigidas con su amigo Marc Caro: “Delicatessen” y “La ciudad de los niños perdidos”. Tras ellas, los dos separaron sus carreras y Jeunet rodó su discutida película norteamericana “Alien. Resurrección”, la cuarta entrega de la saga de Alien (que a pesar de haber sido criticada sin piedad no es, en mi opinión, una mala película de acción). Después volvió a su cine habitual y su Francia negra se tornó alegre y bucólica, luminosa y límpida con la comedia romántica “Amelie”, la película que le dio la fama frente al gran público, y con el drama bélico romántico “Largo domingo de noviazgo”, que dicho sea de paso me parece su peor película con diferencia: un plastazo de efectismo tiránico y cansino.

Aún estando notablemente sobrevalorada, “Amelie” es una película de entretenimiento más que digna, especialmente en las carteleras muertas de los últimos años. Conjuga a la perfección comercialidad y arte; de hecho arrasó en las taquillas mientras dejó contentos a una gran parte de los críticos. Narra la historia de Amelie (entrañable Audrey Tautou), una chica parisina que dedica su vida a ayudar a los demás sin que ellos lo sepan, para lo cual elabora unos planes imaginativos como pocos y a veces delirantes. Amelie se enamora de Nino (un buen Mathieu Kassovithz), uno de los hombres perdidos a los que quiere ayudar y poco más hay que decir de la trama, aunque tampoco es lo más importante. Con un ágil ritmo y comedidamente efectista, Jeunet sabe enganchar al espectador desde el primer momento y sabe compenetrarle bien con la altruista heroína de su obra, ambientada en un París bucólico y onírico, siempre alegre y en el que mezcla el costumbrismo con la pura fantasía y la magia cotidiana. “Amelie”, sin ser en mi opinión la obra maestra que tantos afirman que es, es una de esas películas con capacidad para alegrar una tarde mala, un día aburrido; una película con una pasmosa capacidad para desatar una sonrisa. Jean-Pierre Jeunet, por lo menos hasta ahora, ha sabido dar un excelente cine de consumo que no engaña ni decepciona al espectador (ni al que simplemente quiere pasar un buen rato ni al que busca algo más que un filme palomitero cualquiera).

1 comentario:

Crowley dijo...

Yo coincido contigo en la apreciación de que está sobrevalorada, para mi Delicatessen o La ciudad de los... son muy superiores a esta, que parece pensada de manera artificiosa para interferir en los sentimientos de los espectadores. Escuché tantas alabanzas de ella que cuando la vi me defraudó bastante.
Saludos