Borat, uno de los periodistas más famosos de Kazakshtan, es enviado por el gobierno de su país a los Estados Unidos para grabar un documental pedagógico sobre su sociedad y su cultura. El caos y la destrucción están a punto de irrumpir en los USA. Muy pronto, todos los norteamericanos van a conocer a este intrépido reportero…
El inglés Sacha Baron Cohen es uno de los actores y cómicos modernos que más sensación ha causado en estos últimos años, cultivador de un personalísimo humor fieramente irreverente, políticamente incorrectísimo en todos los aspectos y en el que se mezclan con una pasmosa efectividad lo inteligente y lo irónico y lo zafio, lo descerebrado y lo escatológico para burlarse de cualquier asunto, especialmente de los sociales y políticos. Ha actuado para el teatro, para la televisión (en la que ha tenido su propio show y su propia serie) y para la gran pantalla, utilizando en las dos últimas a menudo un formato documental y dando vida a tres delirantes personajes creados por él mismo: el rapero Ali G, el reportero Borat y el adicto a la moda gay Bruno. Es muy pronto para valorar su carrera conjunta (pienso), pero su breve obra (en mi opinión de desigual calidad, todo sea dicho) ya ha suscitado reacciones de todo tipo: algunos/as le adoran y le encumbran como a uno de los grandes humoristas del nuevo siglo, mientras que otros/as afirman que es un farsante y que exclusivamente se basa en lo puramente efectista para hacer reír. Su filmografía como actor se compone de “The Jolly’s boys last stand”, “Ali G anda suelto”, la comentada “Borat”, “Pasado de vueltas” y “Bruno”.
Larry Charles sólo ha dirigido tres películas hasta la fecha, dos de ellas protagonizadas por Sacha Baron Cohen: “Anónimos”, “Borat” y “Bruno”.
“Borat” es una película cuanto menos escandalosa en un tiempo en el que cada vez es más difícil resultarlo. Se trata de un falso documental con retazos de ficción en el que Borat, el personaje creado e interpretado por Baron Cohen, es enviado desde su país natal, Kazakhstan, a los Estados Unidos para rodar otro documental sobre la sociedad y la cultura norteamericanas. Dicho documental, como se imaginan, termina resultando un auténtico desmadre. Borat recorre la Norteamérica de nuestros días de una punta a otra grabando lo que encuentra a su paso, realizando entrevistas a sus habitantes y mezclándose con ellos, empapándose de su forma de vida, aunque interpretándola a su muy particular manera. Este recorrido le sirve para lanzar una serie de críticas frontales a este país que no dejan títere con cabeza. Nadie se salva de los dardos de Borat: los partidarios de las armas de fuego, las feministas, los homosexuales, los patriotas exacerbados, los todavía existentes viejos resentidos de la Guerra de Secesión, los puristas del country, las clases altas, los raperos, los judíos, los cristianos. Borat irrumpe en sus vidas por unos breves momentos para captar sus esencias con su cámara y no sólo se contenta con esto, sino que cuando he comentado que “irrumpe en sus vidas” lo hace literalmente y según la forma de pensar y las costumbres de su querida tierra, un Kazakhstan de familias aberrantes, de prostitución, de violadores sueltos, de gitanos con poderes mágicos y de costumbres horrendas en el que, entre otras cosas, se celebran San Fermines en los que se huye de gigantescos cabezudos judíos. Borat, feliz y jovial, machista y antisemita hasta la médula, pone patas arriba todos los lugares a los que acude y de esta manera ridiculiza a la sociedad norteamericana con burlas verdaderamente sádicas, verdaderamente brutales. Nadie se queda indiferente cuando el intrépido reportero intenta sacarse el carné de conducir, cuando canta su famosa canción patriótica en la escena del rodeo, cuando se pelea desnudo con su obeso compañero de rodaje y ambos se persiguen por un hotel, cuando le entrega sus excrementos a una mujer, cuando se burla de las feministas diciéndoles que tienen un cerebro más pequeño que el de los hombres, cuando huye de la casa de unos judíos que le han acogido o cuando intenta casarse por la fuerza (comprándola con una dote) con la misma Pamela Anderson. “Borat” ha tenido numerosos problemas a causa de esto: está prohibida en algunos estados de los USA, en Rusia y en varias de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, mientras que en Kazakhstan fue un verdadero escándalo. Por supuesto, la polémica también está servida en el aspecto de la calidad del filme, ya que para algunos es una obra maestra del humor crítico de nuestros días y para otros no es más que una broma mala que abusa del efectismo zafio para sorprender. ¿Qué pensáis?
4 comentarios:
A mí "Borat"... no me produjo gracia alguna.
si de reir se trata, pues creo que funcionó maravillosamente. Y como que Kazakh y USA para mi tienen el mismo espíritu de ganaderos venidos a mas...
Pues me habían hablado muy bien de esta película todos y me decidí a verla. Aguanté media hora principalmente porque más que un film en toda regla me pareció una especie de "inocente, inocente" y no suelo entrar en ese tipo de humor. No me suel hacer gracia. ¿Cine? Poco, poco... ¿ue le haga a uno gracia? No lo dudo, Como también hacengracias algunas burradas de Jimmy Giménez Arnau, y eso no justifica que le dedique mayor tiempo.
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