lunes, 23 de noviembre de 2009

LADRÓN DE BICICLETAS de Vittorio De Sica – 1948 - (“Ladri di biciclette”)


La Segunda Guerra Mundial por fin ha terminado y, tras mucho tiempo buscando, Antonio Ricci por fin ha conseguido un trabajo: tiene que pegar carteles publicitarios en las calles de su ciudad, Roma, un fantasma en ruinas de la gran urbe que era hasta hace sólo unos años. Para ello sólo necesita una cosa: una bicicleta, la cual consigue con todo su esfuerzo y el de su mujer. Antonio sale feliz a trabajar. Sin embargo, mientras pega uno de sus carteles, alguien le roba su nuevo transporte… Antonio cae en la desesperación y, junto a su hijo, comienza a buscar su bicicleta por todos los barrios que conoce. La noche se va cerrando… Y la bicicleta no aparece.

Vittorio De Sica se inició en la dirección de películas junto a los grandes pioneros del Neorrealismo Italiano, movimiento cuyas pautas fue progresivamente abandonando (según unos para bien, según otros para mal). Guionista y director, fue primero conocido como actor en los años treinta, en los que participó en más de treinta películas, muchas de ellas comedias románticas, muchas de ellas en el papel del galán atrevido, pícaro y simpático, del que pasó a interpretaciones más serias y maduras (como la de la magistral “El general de la Rovere”, de Roberto Rossellini). En su primera etapa como autor neorrealista, Vittorio trabó amistad con el guionista marxista Cesare Zavattini. De aquí vinieron, en mi opinión, sus mejores obras: “El limpiabotas”, que muchos consideran el filme iniciador del Neorrealismo incluso por encima de “Roma, ciudad abierta” y la trilogía social “Labrón de bicicletas”, “Milagro en Milán” y “Umberto D.”. Fue este primer cine suyo un testimonio social crudo y brutal, rebelde y crítico, aunque también humanista y optimista en su caso, de la Italia de la posguerra. Su Neorrealismo fue tal vez el más poético y lírico de todos los de sus contemporáneos, un Neorrealismo lleno de amor hacia sus personajes, de gran calidad humana pero perdidos en una sociedad antes gloriosa que se cae a pedazos. Vittorio De Sica fue, sin embargo, alejándose de estos postulados y haciendo su cine más comercial y accesible, protagonizado ya en la década de los cincuenta por estrellas de la talla de la grandiosa Sofía Loren, a pesar de la gran carga dramática y hasta social que siguió manteniendo. Rodaría obras excelentes como “Estación Termini”, “El techo”, “Dos mujeres”, “Ayer, hoy y mañana”, “El jardín de los Finzi-Contini” o “Los girasoles”, que se alternarían con otras claramente menores o con algunas directamente mediocres. En esta segunda etapa suya se apreciaron, a pesar de la mencionada calidad cinematográfica que nunca abandonó en líneas generales, más concesiones a la galería que en su primera etapa, más manierismo, más predominio de la estética sobre el contenido. Fue el camino que De Sica tomó, un giro en su carrera que también dieron Rossellini o Visconti, que también abandonaron el Neorrealismo en pos de un estilo propio y que fueron bastante menos criticados que él (tal vez fueran, por otra parte, más personales que él). ¿Qué pensáis del caso de De Sica?

Película fieramente neorrealista, “Ladrón de bicicletas” es una de las más grandes obras maestras de su movimiento y una de las más grandes obras maestras de la historia del cine. Rodada con actores de la calle no profesionales, en escenarios interiores y exteriores completamente naturales y en el clásico estilo de la época en el que el fondo predomina sobre la forma, es esta película uno de los reflejos más desoladores y certeros en su crítica de la sociedad de la posguerra italiana. Un parado consigue trabajo pegando carteles y, para desarrollarlo, necesita una bicicleta que consigue con todo su esfuerzo y el de su familia, bicicleta que le roban en un descuido. Este trabajador, junto a su hijo pequeño, ha de buscar por toda Roma… esta bicicleta. En un ambiente kafkiano de pobreza y miseria, de mediocridad y de perfidia, los dos protagonistas se van hundiendo progresivamente en una espiral de desesperación creada por la absoluta insolidaridad de los que les rodean, la insolidaridad de la gran ciudad en ruinas. Sin embargo, como siempre ocurre en De Sica (o tantas veces por lo menos), hay una salida a la esperanza, que se encuentra en el espíritu del ser humano, que ante la adversidad da tanto lo peor como lo mejor de sí mismo. Aunque esto es muy discutido, muchos aseguran que “Ladrón de bicicletas” dio el pistoletazo de salida al Neorrealismo Italiano. Tras ella, llegarían las otras dos grandes películas neorrelistas de De Sica: “Milagro en Milán” y “Umberto D.”, que formarían la llamada por muchos trilogía social del autor.

3 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

Desde luego es increíble lo que De Sica hacía con tan poco... efectivamente, toda una obra magna que debo volver a revisar cualquier día de éstos.

Saludos

dvd dijo...

Maravillosa, maravillosa, maravillosa mil veces... Una de las películas más maravillosas de todos los tiempos...

Giancarlo Verástegui dijo...

Muy buena reseña, que más se puede decir de esta imprescindible obra maestra de la cinematografía mundial...Roma città aperta abrió el camino al neorralismo, donde seguieron con la misma calidad estas grandes obras de De Sica, grandes pedazos de hitoria.

Saludos!