El hermoso planeta Naboo ha sido bloqueado por la Federación de Comercio. Qui-Gon Jinn, un gran maestro Jedi, es enviado junto a su joven aprendiz Obi-Wan Kenobi para mediar en el conflicto. Ambos son repentinamente atacados por la misma Federación y, sospechando que algo oscuro se esconde tras esta actitud, se ven obligados a huir hacia Coruscant, la capital de la República, junto a la bella Amidala, reina de la superficie de Naboo. Sin embargo, en su camino han de detenerse forzosamente en el inhóspito planeta desértico Tatooine… Allí, Qui-Gon va a conocer a un misterioso niño que tiene un gran poder oculto… Y va a intentar convertirlo en Jedi.
En 1994 George Lucas anunció que iba a dirigir, otra vez personalmente, una nueva trilogía ambientada en el universo de “Star Wars” que narraría todo lo acontecido justo antes de su primera “La Guerra de las Galaxias”. Fue uno de los más famosos y sorprendentes anuncios de la década de los noventa. Cuatro años después llegaba a los cines “La amenaza fantasma”, la primera cinta de esta trilogía, que repitió el éxito comercial, la histeria colectiva y el maremoto de merchandising de las entonces anteriores tres entregas. Sin embargo, artísticamente pienso (consciente de que más de uno/a puede pedir mi cabeza en una bandeja) que George Lucas destrozó no sólo este filme, sino los otros dos que le siguieron y por consiguiente su propio mundo y su propio mito, configurando un fiasco de tríptico que decepcionó a una grandísima parte del público y que aún hoy sigue suscitando iracundas reflexiones (a fans acérrimos incluidos). La tristeza general fue bien palpable el día del estreno de éste “Episodio I” que comento hoy: muchos de los que entonces asistimos al evento, verdaderamente legendario, abandonamos la sala desolados, incapaces de asimilar que acabábamos de tragarnos un inmenso bodrio. Guardamos, aún así, algunas esperanzas: quedaban otros dos filmes con los que Lucas podía redimirse. Cuando llegaron, nuestras más terribles sospechas se confirmaron: eran otras dos despreciables bazofias. Nunca he alcanzado a comprender cómo un magnate del cine y del merchandising del calibre de éste director mítico a pesar de su corta filmografía pudo cargarse vilmente su propia creación. Él mismo confesó que le vino muy largo dirigir “La Guerra de las Galaxias” en 1976 a pesar de su excelente acabado final… Y yo me pregunto: ¿Por qué, sencillamente, no optó por la opción de dejar los nuevos rodajes en manos de otros cineastas como hizo con “El Imperio contraataca” y con “El retorno del Jedi”? El dinero le sobraba y le sobra, y era del todo impensable que su nueva trilogía terminase siendo un fracaso. Contactos tampoco le faltaban: es amigo (y además íntimo) de grandísimos del celuloide como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese. Sea como fuere, el caso es que terminó dirigiéndolas todas él solito… Y salió lo que salió. Veinte años sin ponerse detrás de una cámara no pueden dar buenos resultados: su dirección es torpísima, su sentido del ritmo está deteriorado, sus escenas de acción ya no son imaginativas y su estética se basa exclusivamente en la acumulación vulgar de elementos. Lucas se sentó delante de un carísimo ordenador y se limitó a dar órdenes caprichosas y a veces puramente aleatorias a un equipo de informáticos de primera y a un gran reparto. Y punto. Por si fuera poco, el guión que escribió era de infarto. La trama no tiene bastante con ser anodina y olvidable, sino que además ha que cargar con unos diálogos pueriles, con unas situaciones ridículas y con unos personajes superficiales hasta decir basta y pésimamente desarrollados. Ni el carisma de intérpretes como Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman o Samuel L. Jackson saca adelante a unos caracteres helados que no inspiran prácticamente nada o que incluso dan risa. El Anakin niño no tiene apenas fuerza como representación de lo que va a ser más tarde, y en la batalla final en el espacio el decir tanta chorrada no le favorece. Únicamente ofrece algo medianamente emocionante durante la espectacular carrera de vainas en Tatooine, sin ninguna duda lo mejor de todo el filme. Quedan ya otros bochornosos personajes como Jar Jar Binks, el secundario cómico más patético y despreciable de la historia del cine moderno (no sólo no tiene gracia, sino que además produce asco y vergüenza ajena –tanto que en las otras dos películas su papel fue reducido prácticamente a la nada ante las peticiones de los propios fans, lo cual ya lo dice todo-) y Darth Maul, un villano con un diseño soberbio y aterrador pero desaprovechado hasta límites indignantes, sin apenas diálogo y con una muerte verdaderamente estúpida y precipitada. No puedo tampoco dejar de mencionar la maldita idea que tuvo Lucas de incluir personajes míticos de las anteriores entregas metidos con calzador únicamente para contentar a ciertos fans y para establecer relaciones forzadas con ellas que para colmo ni siquiera están bien planificadas. ¿Qué diablos pintan C3-PO y R2-D2 en “La amenaza fantasma”? Y no me vengan con lo de que posteriormente “les borraron la memoria”, porque ese truco es una infame burla dirigida al espectador propia del más pésimo y chapucero de los escritores (y además ni Darth Vader ni Obi-Wan los reconocen en el futuro). Para terminar (de una vez) queda ahí el cuento chino de los midiclorianos, que le quita a “La Fuerza” todo su mito y toda su aura de un plumazo y gratuitamente. “La amenaza fantasma” no fue más que eso: una película fantasma, una fantasmada de un empresario fantasmón y endiosado. Pero no se vayan, que la cosa no terminó aquí…
3 comentarios:
Yo me considero fan de la trilogía clásica. Incluso puedo decir con bastante seguridad que la nueva es un bodrio en comparación.
Pero ojo, en mi opinión el Episodio I es una película de lo más digna. Es entretenida, es divertida, y además tiene a Qui-Gon Jin. Probablemente el papel de Liam Nesson sea lo que salve a la película. Es el maestro Jedi que a todos nos gustaría ser y que todos querríamos tener. De hecho, estoy seguro que con Qui-Gon, Anakin no se habría ido al lado oscuro...
JarJar... en fin, era para que al os niños les hiciera gracia, y la justa. Pero tiene buenos momentos, y Darth Maul es muchísimo más guay que el conde Dooku o Darth Grievous.
Esta película fue sin duda el mayor jarro de agua fría que he recibido en un cine.
Pero para mi el problema no está en las escasas dotes directivas de Lucas sino en partir de una base totalmente equivocada y buscar a un nuevo público y pretender contentar al viejo simplemente con cuatro personajes sacados de su franquicia de novelas. Espero poder explicarlo más extensamente en mi blog durante este año que viene.
saludos!
La cosa está muy malita...
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