Años cuarenta en España. Plena posguerra. La abuela Gloria es la implacable dueña de “El jardín”, una tienda rural que se nutre del estraperlo y en la que se venden alimentos que no se pueden conseguir con las cartillas de racionamiento. Es odiada por muchos en su pueblo y especialmente por muchos perdedores de la Guerra Civil, a los que ella también odia. Un día, su mundo parece resquebrajarse; su joven hijo Juan, después de dejar embarazada a su prima Ángela, abandona el hogar para marcharse a Madrid a intentar triunfar en la corte del dictador Francisco Franco. A partir de este momento, su familia no va a ser la misma.
Más olvidado (injustamente) que otros directores españoles del fin de la dictadura, el cántabro Manuel Gutiérrez Aragón es el poseedor de una de las obras más personales de nuestro cine moderno. A menudo con estructura de pequeño cuento clásico (una de sus grandes influencias narrativas), sus obras, ricas en recreaciones de épocas y de esplendorosas fotografías, están cargadas de lirismo, de minimalismo, de amor por la naturaleza de cualquier tierra española. Casi toda su primera etapa creadora fue de temática política y social, crítica con el agonizante sistema franquista y revisionista de etapas pasadas como la Guerra Civil y los años de la dictadura, etapas que no habían sido tratadas con seriedad en el cine ni en la literatura salvo en casos excepcionales que tuvieron que luchar contra la censura y que era preciso revisar ya con plena libertad. Debutó de forma fulminante con la hermosa y social “Habla, mudita”, que triunfó en Berlín y fue candidata a los Oscar, a la que siguió la trilogía sobre la lucha política “Camada negra”, “Sonámbulos” y “El corazón del bosque”, que le convertiría en uno de los creadores más respetados de su generación. Tras ellas vendrían el cuento “Maravillas” y la comentada “Demonios en el jardín”, tras las que el cineasta se abriría a nuevos géneros aunque siempre alternando con ellos obras de corte social o político. Llegarían así el filme fantástico “Feroz”, la comedia “La noche más hermosa”, un nuevo retrato de la posguerra y la corrupción franquista en “La mitad del cielo”, los dramas “Malaventura” y “El rey del río”, el duro retrato de la inmigración en “Cosas que dejé en La Habana” (una de sus películas más perfectas y conmovedoras), otro retrato de la sociedad franquista y su fanatismo religioso en “Visionarios”, un pedazo de la aventura de Don Quijote y Sancho en “El caballero Don Quijote”, una historia de amor en plena naturaleza en “La vida que te espera” y un drama sobre ETA y el País Vasco en "Todos estamos invitados". Las primeras obras de Manuel Gutiérrez Aragón, a pesar de ser destacadas, se mostraron maniqueas y simplistas en más de un sentido, con retratos tópicos de una ultraderecha irreal. Pero poco a poco y por suerte, se ha ido comidiendo, dando una de las obras conjuntas más dignas y consecuentes de toda nuestra filmografía moderna, a pesar de seguir tratando en ocasiones unos asuntos que, en mi opinión, hay que ir cerrando de una vez, por lo menos en lo que a la ficción se refiere: la Guerra Civil y la dictadura.
En “Demonios en el jardín” encontramos una de las películas mas adultas y maduras de Manuel Gutiérrez Aragón. Exenta de maniqueísmos y de resoluciones simples o tópicas, la película narra la historia de una familia acomodada de la inmediata posguerra en la que, por detrás de las apariencias, la "disfuncionalidad" brilla con luz propia; la familia entera se resquebraja social y, lo que es más importante, moralmente, con una abuela y un hijo que viven del estraperlo, con una sobrina que es madre soltera y que es despreciada por su condición, con otro hijo que quiere triunfar a toda costa en la hipócrita corte franquista y con un nieto (hijo de éste último) que crece en un ambiente de abundancia lleno de mimos y cuidados y que ve a su padre perdido como a un valiente y glorioso héroe del régimen cuando no es más que un hombre muy mediocre con un oficio que no revelo. La tensión se respira en todo el metraje, la tensión entre unos familiares que se guardan demasiadas cosas en una sociedad rural falsa y miserable en todos los aspectos, la sociedad rural de la primera dictadura. Culmina todo con la vuelta del supuesto hijo triunfador, vuelta decepcionante al hogar que se despliega en estallidos de violencia y rencores y en una esperpéntica escena final. Cruel, grotesca por momentos y tremendamente aguda (impregnada además de una terrible aura de fatalidad feísta) "Demonios en el jardín" es uno de los mejores retratos de posguerra de nuestra filmografía.
2 comentarios:
Magnifico articulo de una cinta a revisar. Con el paso de los años cada vez veo este tipo de cine español de los 70-80 mas reivindicable entre tanto prejuicio.
Saludos!
Manuel Gutierrez Aragón puede ser uno de los directores mejores desde la transición hasta ahora. Para mí supera a los Almodóvar, Amenábar y demás historias. Su cine tiene una calidad impresionante. Véase esta maravilla que comentas.
Saludos.
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