Javi, Manu y Rai son tres adolescentes que viven en hogares en descomposición en los suburbios de Madrid. El verano cae sobre la ciudad y mucha gente se marcha en busca de la playa o del buen tiempo. Ellos no pueden ir de vacaciones a ninguna parte y muy poca cosa hay que hacer en su barrio salvo lo mismo de siempre: meterse en problemas, intentar visitar el centro (muy alejado, mal comunicado y vedado a los que no tienen dinero), intentar conseguir algo de pasta, intentar ligar y, sobre todo, imaginar, imaginar otras vidas mejores.
El director y guionista madrileño Fernando León de Aranoa es hoy, con todavía sólo cuatro películas rodadas, uno de los grandes abanderados del cine social español. Aclamado autor de guiones como los de “Fausto 5.0”, “Insomnio” o “Corazón loco” (así como el del gran documental social “La espalda del mundo” de Javier Corcuera), debutó en la dirección de sus historias con el cortometraje “Sirenas”, del que pasó a la extraordinaria película “Familia”, que muchos no han enmarcado en el cine social que posteriormente firmaría pero que tiene mucho de éste al ser la loca historia de un hombre solo en la vida que contrata a un grupo de actores para que interpreten a su familia ficticia por un día. Fue uno de los debuts más destacados del cine español de su momento y es ya una película clásica de nuestra filmografía. Cambió después de registro y pasó León de Aranoa al drama social más triste y descarnado. Rodó “Barrio”, sobre las desventuras de tres chicos de barrio bajo sin salidas a ninguna parte en la vida. Después llegaron “Los lunes al sol”, sobre el drama de los parados, y “Princesas”, sobre el de las prostitutas, además de los documentales “Caminantes”, sobre la marcha zapatista en México, y “Buenas noches, Ouma”, sobre la guerra del norte de Uganda. En sus muy premiadas películas mezcla León de Aranoa el intimismo, la cotidianeidad, el lirismo y el humor. Sus personajes, siempre interpretados por actores y actrices de primera (Juan Luis Galiardo, Javier Bardem, Candela Peña, Luis Tosar…) a los que dirige con genial pulso, son seres perdidos en un mundo injusto, deshumanizado e insolidario del que a menudo escapan por medio de su imaginación o del constante humor ante cualquier situación, por muy dura y aparentemente insalvable que sea. Aún siendo sus dramas muy crudos y por momentos completamente desesperanzados y hasta patéticos, en casi todos hay siempre abierta una puerta luminosa a la esperanza, simbolizada en la amistad, en el amor o en la lucha incansable contra algo que a veces ni se sabe qué es. Fernando León de Aranoa tiene también algunos serios defectos que se aprecian especialmente en sus dos últimos filmes de ficción, en los que se pueden encontrar evidentes signos de demagogia, maniqueísmo, engaño y manipulación sentimental de situaciones y diálogos, así como una insufrible pedantería referida a estos mismos diálogos, que en “Princesas” ya llegan a ser completamente barrocos (y algunos totalmente vacíos aunque parezcan llenos) en un inútil afan por poetizarlo absolutamente todo de la forma más artificial. Todo esto le resta muchísimo valor a su última producción. Esperemos que lo subsane.
“Barrio” es, junto a la comedia social “Familia”, la mejor obra de ficción hasta la fecha de Fernando León de Aranoa. Alejado de muchos de sus maniqueísmos posteriores y sin hacer gala de sus también posteriores diálogos pedantes y abigarrados, narra, con increíble simpleza, unos cuantos días de vida cotidiana de tres adolescentes en los suburbios del Madrid veraniego, el que queda parcialmente desierto aplastado por el calor. No ocurre mucho, pero ocurre todo. Javi, Manu y Rai, interpretados por Críspulo Cabezas, Eloi Yebra y Timy (interpretaciones que unos alaban y otros detestan) son hijos de familias humildes descompuestas o en descomposición que pasan un verano básicamente aburrido en su barrio de enormes bloques de viviendas baratas, alejado del centro, mal comunicado, sin parques ni lugares de ocio, sucio y cutre, sumido en la pobreza, en la delincuencia y en la violencia. Como todos los personajes de Aranoa, los tres imaginan constántemente: imaginan otras vidas lejos del barrio, vacaciones en lugares paradisíacos, relaciones con muchas mujeres, grandes fiestas. Mientras, como tantos otros jóvenes, dan vueltas erráticas por todas partes, salen de noche, intentan ligar, hacen trapicheos, tienen broncas, visitan el centro para intentar hacerse un hueco en su vida nocturna de élite. Un elemento simbólico aparece en sus anodinas existencias: una moto acuática que le toca a uno de ellos en un concurso, una moto acuática que queda atada a una señal de tráfico del barrio porque ninguno de los tres puede ir a la playa a disfrutarla. La moto acuática representa sus vidas marcadas por el estancamiento y la marginación, sus vidas que posiblemente nunca salgan de ese maldito barrio. El desenlace logra conmover y creo que es el acertado. No lo revelo.
2 comentarios:
Ese símbolo de la moto definirá estupendamente la película y ya es todo un icono del cine español contemporáneo.
Saludos!
Lo que más me gusta de este director es que sus historias nunca se despeñan a medida que avanzan...
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