P. Tinto y su mujer Olivia se quieren pero han llegado a la vejez y no han podido cumplir su gran sueño: tener hijos. La culpa la ha tenido la desinformación: ninguno de los dos sabe qué hay que hacer para que una mujer se quede embarazada. Llevan una vida apacible en su casita de campo, visitados únicamente por el Tren Pendular, que pasa cada veinticinco años, y en compañía de dos marcianos. Un día, P. Tinto decide adoptar a un niño de este planeta, un niño de África. Su sueño está a punto de cumplirse… Pero también el caos está a punto de llegar a su hogar.
Hermano del periodista y también director Guillermo Fesser, Javier Fesser es uno de los cineastas españoles modernos más personales, cineasta hasta ahora poseedor de un delirante universo propio surrealista y absurdo de tintes mágicos donde la realidad, con las raíces hundidas en nuestro mundo aunque deformada en todos los aspectos, se desquicia sin cesar. Visualmente, las influencias de Javier Fesser provienen del cómic y de los dibujos animados, así como del esperpento. Sus personajes, tan aberrantes como entrañables (los cuales, por cierto, en lo físico recuerdan poderosamente a los de Fellini) viven locas aventuras en lugares rocambolescos donde absolutamente todo puede terminar ocurriendo. Únicamente cuenta, todavía, con tres obras en su filmografía, la comentada “El milagro de P. Tinto”, la adaptación de los famosos comics de Francisco Ibáñez “La gran aventura de Mortadelo y Filemón” y el drama "Camino", en el que se ha alejado parcialmente del universo anteriormente descrito. Ha participado además en un documental social, “El mundo a cada rato”, codirigido con Javier Corcuera, Patricia Ferreira, Pere Joan Ventura y Chus Gutiérrez.
Escrita junto a su hermano Guillermo, “El milagro de P. Tinto” fue el tronchante debut de Javier Fesser en el largometraje, una comedia completamente surrealista en la que se narra la titánica lucha de una pareja por tener un hijo (el cual no “tienen” hasta la vejez debido a la desinformación total de la que son víctimas) y la posterior lucha por criarlo junto a dos visitantes extraterrestres (desternillantes ambos) que, venidos del espacio, se quedan a vivir con ellos de buenas a primeras. Este hijo, por supuesto, no es el que ninguno esperaba… Y la locura se desata definitivamente (porque todo el filme, desde los inicios, es una perenne locura). “El milagro de P. Tinto”, con un argumento en el que nunca paran de introducirse nuevos personajes y elementos, es una delirante cascada de gags en los que se mezcla desprejuiciadamente cualquier clase de humor: el inteligente, el absurdo, el zafio, el escatológico, el negro, el “verde” y hasta el humor inglés para narrar una historia llena de guiños (muy agudos unos y nostálgicos otros) a la España más castiza las últimas décadas (los aparatos de la casa de los ancianos, la fábrica de obleas, el vestuario, el escenario: la naturaleza profunda…) y de homenajes a otras tantas cosas que fascinan a Fesser: el cine de Luis García Berlanga (Luis Ciges –genial- era un habitual suyo), el cine ruso mudo (verdaderamente geniales las primeras escenas del filme), los marcianos, los dibujos animados y los tebeos, la dictadura franquista (de la que se burla constantemente), los Monty Python… Sin embargo, el filme no es únicamente humor: hay también un espacio para la ternura, y bien delimitado y desarrollado. Visualmente, además, es verdaderamente personalísimo y fascinante, gracias en parte a unos efectos especiales magníficos. Por supuesto, y como suele ocurrir, “El milagro de P. Tinto” es una obra que fascina a algunos/as y desquicia a otros/as, que no le ven a la cinta la gracia por ninguna parte.
3 comentarios:
Que voy a contar de esta maravillosa película, siempre me resulta fabulosa, con la parte del comienzo, ese examen, el personaje con la bombonas de butano y que el azúcar en el café tiene que hacer isla, el matrimonio con esa anciana, los de la nave que cabrones,... Una joya de un director que tendría que estar ofreciendo más pero de este estilo suyo personal, no como bien dices del tipo dramático.
Una gran crítica y gracias por repasar esta magnífica película. Un saludo
Me sumo a los que desquició. No voy a negar que me reí mucho con lo de los tiradores para engendrar pero no la resistí, no pude terminar de verla. Tanto delirio termina por aburrirme.
Maravilloso ejemplo de Neobruguerismo ilustrado al servicio del humor pátrio. Lo mejorcito del cine español en siglos.
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