LAS VÍRGENES SUICIDAS de Sofia Coppola – 1999 – (“The Virgin Suicides”)

Michigan. Años setenta. En un tranquilo barrio de clase alta todos los jovenes se sienten intrigados y atraidos por las cinco hermosas hermanas Lisbon, que viven en un hogar estricto y opresivo regido por una madre puritana y autoritaria y un padre débil que a veces es una mera comparsa de su mujer. Una tragedia va a marcar a esta familia: la menor de las hermanas se suicida una noche sin que nadie lo espere. Ya nada va a ser lo mismo, ni en la casa, ni en el barrio, ni en el instituto. Las otras cuatro Lisbon van a estar marcadas de por vida por la tragedia.

Sofia Coppola, hija de Francis Ford Coppola, ha rodado hasta la fecha tres películas y una cuarta que está por llegar. Todavía es muy pronto para valorarla en conjunto, pero lo que hemos podido ver, de resultados irregulares en mi opinión, muestra un estilo preciosista en lo visual e intimista en lo narrativo que conjuga muy bien la comercialidad con la personalidad del cine de autor y que presenta duros conflictos de personajes femeninos que se buscan a sí mismos en mundos opresivos o deshumanizados. Debutó Sofia Coppola con “Las vírgenes suicidas”, un retrato de la vida de cinco hermanas que quieren ser libres en una sociedad puritana, a la que siguió la supersobrevalorada “Lost in Translation”, sobre la relación entre una joven desarraigada y un actor en declive en un Tokio extraño e inhumano. El biopic “María Antonieta”, sobre la célebre reina de Francia, presentó el mismo grado de intimismo para retratar una nueva historia de opresión en la clase alta de la época. Es tal vez todavía pronto para valorar la carrera conjunta de esta directora.

No está mal el debut de Sofia Coppola para la gran pantalla, este retrato de una época basado en hechos reales que es “Las vírgenes suicidas” en el que, en un hermoso ambiente de onirismo lírico, se nos narra la historia de cinco jóvenes víctimas de una madre intransigente, reprimida y puritana que les destroza la vida lentamente. El misterioso suicidio de la menor de todas, mental y emocionalmente inestable, retraída y diferente al resto de las jóvenes de su edad, desata la tragedia: la madre (una muy buena Kathleen Turner) se vuelve más desconfiada que nunca. El segundo y definitivo detonador es la posterior relación de una de las hermanas, la más atractiva, con uno de los jóvenes más guapos de su instituto. La madre acaba tan obsesionada con esto que termina encerrando bajo llave a las cuatro hermanas mientras toda la familia se hunde en la paranoia. Es entonces cuando los cuatro jóvenes que narran la historia intentan rescatarlas de la prisión de su hogar. El desenlace es del todo inesperado. El filme tiene sus fallos, como, por ejemplo, el hecho de que sólo se desarrolle el personaje de Kirsten Dunst, dejando a las otras tres hermanas (sin contar la pequeña, que se suicida al inicio) completamente descolocadas, como meras comparsas de la “protagonista”, cuando tienen tanta importancia como ella. También tiene aciertos: la estructura narrativa fragmentada está bien resuelta, y los personajes consiguen llegar (los que están desarrollados), también gracias a un solvente reparto. Las críticas a los psicólogos y a los periodistas son acertadas, así como los retratos de los vecinos del barrio, hipócritas y chismosos, y la visión final de los “supervivientes” de la tragedia ingresando definitivamente en el mundo superficial de la clase alta del que las hermanas Lisbon han huído. El drama de la represión sexual y emocional de la juventud puede quedar algo lejos ya, pero sí que consigue el filme evocar muy bien aquella época en la que los jóvenes luchaban contra unos padres de una generación que no supo disfrutar ciertos placeres de la libertad. Aceptable ópera prima.