jueves, 20 de mayo de 2010

EL CAMINO DE LOS INGLESES de Antonio Banderas – 2006 – (“El Camino de los Ingleses”)


Años setenta. Málaga. Un grupo de jóvenes amigos está a punto de vivir el verano que va a cambiar sus vidas. Después de pasar una temporada en el hospital tras una extracción de riñón, Miguelito ha descubierto que quiere ser poeta. Su novia, Luli, quiere ser bailarina. En la relación de ambos se entromete Cardona, un hombre mayor y adinerado que quiere seducir a Luli y que va a emplear todos los medios a su alcance para lograrlo. Mientras, Paco, después de que su padre sea el protagonista de un escándalo tras una fiesta salvaje, vive su primera crisis. El Babirusa también empieza a cambiar: en un breve viaje a Londres, conoce la decepción en el personaje de su madre, a la que apenas veía. Otro amigo, El Garganta, lucha diariamente por alcanzar su sueño: ser locutor de radio.

El malagueño Antonio Banderas, conocido de sobra como actor, tiene únicamente dos películas en su filmografía como director, “Locos en Alabama” y “El Camino de los Ingleses”.

“El Camino de los Ingleses” está basada en la novela homónima del también malagueño Antonio Soler, novela con la que se hizo con el muy discutido Premio Nadal en el año 2004. Como paisano suyo que soy, no me quejo en absoluto de Antonio Banderas, aunque piense que en los USA ya tiene suficiente caché como para elegirse mejores papeles que los que habitualmente realiza. El actor y director, desde Hollywood, siempre ha luchado y lucha por promocionar mi ciudad, y su segunda película tras la cámara es una plena reafirmación suya en estos objetivos. Lo mismo tengo que decir de Antonio Soler. Sin embargo, creo que este proyecto a los dos se les fue de las manos, a pesar de todo el esfuerzo que en él invirtieron y a pesar de haber arriesgado tanto ambos con un filme plenamente de autor y en absoluto comercial en sus formas y en su contenido (a pesar de toda la publicidad que en su momento se le dio). Cimentada en una narrativa pausada e intimista, “El Camino de los Ingleses” retrata varios momentos decisivos de las vidas de un grupo de jóvenes amigos de la Málaga de los años setenta que pasan del mundo adolescente al adulto y que lo hacen a base de golpes, golpes que les van desposeyendo, poco a poco, de sus ilusiones y de sus sueños de infancia. La historia, condenada a repetirse generación tras generación en cualquier lugar del mundo, ya la hemos visto miles de veces, y miles de veces han sabido algunos cineastas y guionistas hacerla atractiva. Banderas y Soler no lo logran. Básicamente, el filme tiene un problema que lo hunde: la estructura de su trama. La cinta está estructurada como un conjunto de retazos de las vidas de los protagonistas (se va saltando constantemente de un personaje a otro, aunque poniendo más énfasis en el de Miguelito) que vienen separados por interludios poéticos de gran belleza. Estos interludios retratan, mediante metáforas plásticas, las interioridades de los chicos. El problema es que, casi cada vez que se pasa de un personaje a otro, casi cada vez que se cambia de escena, tenemos un interludio de este tipo, y llegan a ser tantos que cansan, que rompen el ritmo sin cesar y logran así que la película no termine de despegar nunca. “El Camino de los Ingleses” da la impresión de ser un eterno prólogo a una historia que no comienza (realmente, tiene un prólogo auténtico que dura casi veinte minutos si no he calculado mal). Su epílogo, cargado de violencia y de lirismo, también resulta, como su prólogo, demasiado largo: por momentos interminable. El filme termina resultando, gracias a esto, realmente soporífero. La obra se resiente tremendamente por esta estructura que se ha utilizado en ella. Por otra parte, los personajes secundarios no están desarrollados del todo: muchos se quedan colgando en el vacío. También tengo que decir que sus diálogos son a veces pedantes y pretenciosos a más no poder. La obra busca, como tantas películas y novelas españolas actuales, resultar poética a toda costa, y cae por ello en el error de colocar sin cesar símbolos e imágenes que intentan ser sugerentes pero que a veces no aportan nada y también en el error del “hablar por hablar”, esa manía que tienen tantos de querer que cada diálogo, cada frase, guarde un significado oculto y hondísimo a toda costa (y así salen las barrabasadas que salen). El resto es ya destacado, pero no suficiente para salvar el conjunto: bonitas escenas intimistas (sustentadas tal vez de forma abusiva en los primeros planos), una fotografía hermosa y onírica, una bella banda sonora de Antonio Meliveo, unos momentos verdaderamente sensuales, unas actuaciones solventes y una excelente representación de la época en la que se ambienta la película. Me gustó en su día ver mi ciudad en el cine: los lugares en los que he pasado grandes momentos de mi infancia y adolescencia, los lugares que aún frecuento y que frecuentaré y que son importantes para mi, y me ha gustado siempre cómo Banderas ha tratado a su ciudad, que también es la mía, y cómo la ama. Sin embargo, ni el sentimiento puede cambiar mi opinión. “El Camino de los Ingleses” es una película fallida que se hunde por su propio peso. Lo asumo por mucho que me guste Málaga: a esta película no hay, en demasiados momentos, por donde cogerla.

1 comentario:

jesus (of suburbia) dijo...

Se me hace raro ver Málaga en la gran pantalla. A mí me gustó razonablemente, sobre todo a lo que otros le chirría, el lirismo y lo poético de su leeento desarrollo.