miércoles, 2 de junio de 2010

EL ÚLTIMO REY DE ESCOCIA de Kevin MacDonald – 2006 – (“The last king of Scotland”)


Años setenta. El joven escocés Nicholas Garrigan acaba de terminar su carrera de Medicina. Ansioso de aventuras, se marcha una temporada a Uganda para trabajar en una misión humanitaria. Allí conoce, de pura casualidad, a Idi Amin, el nuevo presidente del país, el cual le invita a formar parte de su gobierno como su médico personal. Nicholas accede y entre ambos nace una amistad. Sin embargo, todo empieza a cambiar rápidamente: Amin resulta ser un hombre paranoico e inestable y un tirano sanguinario. Nicholas es testigo de cómo su amigo sume a Uganda en la miseria y en la destrucción. Pronto, él también es uno de sus blancos…

Kevin MacDonald es el nieto del también cineasta Emeric Pressburger (el compañero creativo de Michael Powell). Su primer largometraje de ficción fue “Tocando el vacío”, al que siguieron "El último Rey de Escocia" y "La sombra del poder".

“El último rey de Escocia” está basada en la exitosa novela homónima de Giles Foden, escritor inglés que pasó parte de su infancia y adolescencia en Uganda, país que en él ha dejado una huella imborrable. La película, al igual que la obra mencionada, desarrolla la pesadilla de un personaje ficticio, Nicholas Garrigan, un joven médico escocés recién licenciado que, ansioso de aventuras, viaja a Uganda para desarrollar sus habilidades en una misión humanitaria. Allí, por una casualidad, conoce a Idi Amin, el nuevo presidente del país, con el que entabla una extraña y frágil amistad y de cuyo gobierno entra a formar parte tras ser nombrado su doctor personal. Una vida de lujos se abre ante él, y también de aventuras: va a vivir en directo una época de cambios y de avances en una tierra torturada. Garrigan cree en esta aventura, y también en los mencionados cambios. Es un testigo europeo de una etapa decisiva de la historia de uno de los países de África que más ha dado que hablar en las últimas décadas, y, al igual que Europa en aquel momento, y que todo el planeta, se siente atraído y casi fascinado por la persona de Amin, un hombre salido de la nada y lleno de carisma y de fuerza que puede ser la solución definitiva a los miles de problemas que hunden a Uganda en la miseria y en la corrupción. Idi Amin cautivó, en los primeros tiempos de su mandato, a la opinión pública mundial y a una grandísima parte de su pueblo, a pesar de que también la disidencia con su gobierno fue notable y practicante de una violenta oposición. Sin embargo, su persona empezó a rodearse de oscuros secretos, secretos que Garrigan empieza a descubrir horrorizado mucho antes que el resto del planeta. Idi Amin, un hombre en el ámbito privado paranoico, con extrañas crisis y creencias, lleno de contradicciones y de demonios interiores, se fue sumiendo poco a poco en una espiral de decadencia imparable, espiral de decadencia que también arrastró a su tierra. Temido y odiado por muchísimos ugandeses, murió exiliado en Arabia Saudí hace apenas cinco años. Dejó miles de muertos. El filme de MacDonald muestra este mundo de oscuridad en el que sumió a su país: las desapariciones, las torturas, los asesinatos, las persecuciones implacables de los disidentes, las expulsiones racistas de asiáticos, los despilfarros, la corrupción, las enemistades creadas con los gobiernos vecinos, las colaboraciones con terroristas de otros países… Con planos muy cerrados y opresivos, retrata la obra, con una gran crudeza, la vida de Garrigan en la “corte” de Amin, un lugar de lujos donde las conspiraciones son constantes. Forest Whitaker borda de manera soberbia al terrible presidente (se ha llevado el Oscar este año), mientras que el joven James McAvoy también realiza una genial interpretación como su amigo médico, un hombre que termina luchando contra el dictador que le protegió y que le acogió e, incluso, contra sí mismo para poder escapar de un lugar del que se le termina impidiendo la salida. La película es una efectiva mezcla de drama con thriller, y está rodada con una gran intensidad y sin concesiones en las escenas de violencia, que son muchas. La trama se va cerrando sobre su protagonista haciendo que el espectador sufra junto a él su decepción y su kafkiana agonía. Los últimos minutos son realmente tensos, aunque se pueda intuir el desenlace. Como he comentado, Whitaker interpreta a Amin con una maestría sin par, aunque sí es cierto que el personaje del presidente podría estar algo más desarrollado, como muchos han comentado. Tal vez le falte más consistencia; hay partes de su vida y de su carácter que aparecen descritas como meros apuntes. A pesar de todo, no cae en el clásico tópico del dictador esperpéntico. Una película muy destacada en todos los aspectos.

1 comentario:

jesus (of suburbia) dijo...

Es más entretenimiento que denuncia. Pero como entretenimiento, mejor que muchas muchas otras.