domingo, 6 de junio de 2010

SAW IV de Darren Lynn Bousman – 2007 – (“Saw IV”)


Jigsaw y Amanda, su aprendiz, están por fin muertos. Han aparecido algunos de los cadáveres de sus últimas víctimas y los agentes del FBI Strahn y Pérez, junto al detective Hoffman, intentan encontrar el resto y cerrar el caso. Sin embargo, el juego todavía no ha terminado: el Comandante Rigg, de los SWAT, se ve de repente sumergido en nuevas y mortales pruebas de Jigsaw… Si las supera, podrá lograr el objetivo que tanto ha ansiado: salvar a sus compañeros desaparecidos.

Supongo que James Wan, el director de la "Saw" original (un thriller nada revolucionario pero más que aceptable y sorprendente, todo hay que decirlo), no se imaginaba la repercusión que ésta iba a tener: Jigsaw se ha convertido en uno de los iconos del terror moderno más reciente y ha pasado a ocupar un lugar junto a los eternos Cara de Cuero, Jason, Freddy Krueger, el Muñeco Diabólico, Hannibal Lecter y las niñas de “El exorcista” o “The Ring”. Con esto, vamos a tener “Saw” para rato (ya lo estamos teniendo de hecho). Por supuesto, y por desgracia (era previsible) la saga no sigue en buena forma más allá de su primera entrega. “Saw IV”, como ya lo era "Saw III", dirigida de nuevo por el ya habitual Darren Lynn Bousman, es, más que nunca, una simple excusa para contentar al público más sediento de sangre y de gore delirante (con el objetivo que sea: pasarlo mal o pasarlo bien o echar unas risas). Y fin. Ni la enrevesada trama ni el hecho de que se narre el porqué de la locura de Jigsaw (que sigue siendo un psicópata de moral judeocristiana tremendamente beato) ayudan a aportar algo más a la obra, entre otras cosas porque el argumento ya no hay por donde cogerlo. Jigsaw ha muerto pero sigue dando por saco y ha dejado pruebas preparadas que son ejecutadas, al parecer, por otra mano en la sombra. Ya suena todo a cachondeo, y la cosa no anda descaminada: la total y absurda inmortalidad y omnipresencia del personaje central produce a estas alturas pura rabia, y la historia de su locura es tremendamente pueril y simplona y no crea ni mantiene el más mínimo interés por trillada y predecible. La trama, por otra parte, está dislocada en un infumable juego de flashbacks en el que el tiempo se descoca constantemente buscando en la confusión gratuita más descarada la originalidad y la hondura narrativa de la que carece totalmente. Para colmo, “Saw IV” está llena de fallos y de lagunas en el guión (algunas de bulto), los personajes (pésimamente aprovechados todos) de planos que son dan risa (y las horrendas actuaciones también) y los diálogos lo que producen es la vergüenza ajena. En el campo estético tampoco mejora: vuelve a ser un despreciable videoclip de casi dos horas; su estética tenebrosa y sucia artificial y sus constantes y cansinos filtros, flashes, ruidos y deslumbramientos cansan a la vista y en vez de otorgar ritmo y agilidad sumergen a los espectadores en el sopor más insostenible. El resto ya se lo pueden imaginar: autopsias muy detalladas, miembros volando por los aires, cabelleras arrancadas, martillazos en los ojos, cuchillos cortando caras, electrocuciones, ahorcamientos, cabezas aplastadas… El cuento ya no se lo traga nadie: “Saw IV” es una basura de película, una bazofia con todas las letras, como lo eran sus dos anteriores partes, un conjunto de aberraciones gore con un argumento totalmente idiota preparado concienzudamente para gustar a todas esas personas que en su vida han salido de los videoclips y que siguen creyendo que la violencia en el cine sigue siendo transgresora. Y lo mejor es que la cosa sigue.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La primera es una obra maestra y las dos segundas tienen un pase. A partir de aquí empieza el desbarajuste y todo se vuelve insoporífero.