1860. El teniente norteamericano John J. Dumbar es enviado solo a un puesto avanzado muy al oeste en el que pasa sus días tomando impresiones del lugar. Pronto establece contacto con los indios de las cercanías. Pronto, también, su visión sobre ellos y sobre su país cambia, lo que le fuerza a tomar una decisión: dejar su vieja vida. El teniente Dumbar se va a convetir en un protector de los pieles rojas, los auténticos habitantes de Norteamérica, que son exterminados y marginados por los hombres blancos.
Hubo un tiempo (finales de la década de los ochenta y la primera mitad de la de los noventa especialmente) en el que Kevin Costner era una gran estrella que convertía en rentable casi todo lo que tocaba, tanto si lo hacía en su faceta de actor como si lo hacía en las de director o productor. Después de haberse estrellado comercialmente protagonizando “Waterworld” de Kevin Reynolds (que sigo pensado que no era una película tan horripilante como en su momento se dijo), volvió a estrellarse dos años después con “Mensajero del futuro” (esta ya sí era una cinta verdaderamente terrible), la cual además de protagonizar dirigió. Su carrera, a causa de esto (aunque yo pienso que tiene que haber otras razones que nadie o pocos conocen) cayó en picado en todos los aspectos durante finales de los noventa y principios del nuevo siglo. Actualmente Kevin Costner está logrando alzar de nuevo el vuelo gracias a papeles como los que interpretó en su filme “Open Range” o en la reciente “Mr. Brooks”. No voy a hablar hoy de él como actor, sino como director. Debutó con una de las obras maestras más premiadas de la década pasada: “Bailando con lobos”, tras lo cual, como he comentado, se hundió con la bazofia “Mensajero del futuro”, un western postapocalíptico infumable. Su última creación sin embargo ha sido la soberbia “Open Range”, un western de sello clásico que le ha devuelto la credibilidad artística que había perdido y que ha sido injustamente infravalorado en líneas generales. Amante del mencionado género (el western), el Costner cineasta combina a la perfección dentro de tramas cargadas de humanismo la violencia brutal (a veces a cámara lenta como ocurre en los filmes de Sam Peckinpah) con un lirismo épico de aura clásica influido por el de grandes como John Ford o Howard Hawks. Sus personajes han de luchar contra un mundo en el que prima la injusticia y a menudo se ven forzados a utilizar la violencia para acabar con la que otros ejercen sobre los débiles. “Bailando con lobos” y “Open Range” son dos de los más importantes westerns modernos de la historia, y, concretamente, el último de ellos, es el mejor western comercial de los últimos años junto a "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" (aunque se le haya hecho poquísimo caso). Creo que, injustamente, se recuerda más a Kevin Costner por “Waterworld” y por “Mensajero del futuro” que por estas dos maravillas o por sus papeles también excelentes en películas como “Silverado”, “Los Intocables de Elliot Ness”, “Robin Hood, Príncipe de los ladrones”, “JFK” o “Un mundo perfecto”. Pienso que su figura ha sido demasiado maltratada gratuitamente.
Basada en una novela de Michael Blake, “Bailando con lobos” es uno de los mejores westerns de los años noventa y, además, una de las películas norteamericanas decisivas de esta década, película que arrasó en los Oscars y en las taquillas y que lanzó al reconocimiento como director a Kevin Costner, que había debutado con ella tras las cámaras. En un estilo de influencias clásicas, presentó el actor una soberbia aventura épica humanista en la que un oficial de caballería del ejército de los Estados Unidos abandona su vida militar para dedicarse a la lucha por los derechos de los indios, masacrados, marginados y olvidados por el gobierno de su país, a cuyos enviados tendrá que enfrentarse mientras, a su vez, intenta integrarse en la cultura de los que intenta proteger, radicalemente opuesta a la suya pero cargada de valores que en ella se han olvidado. El propio Costner interpreta maravillosamente a este oficial, llamado Dumbar, y, además, sabe dirigir un acertadísimo drama reivindicativo y revisionista que bebe del western de grandes como John Ford. El filme combina la violencia más terrible y brutal con un lirismo que se mueve sin cesar entre la exaltación y la delicadeza. La ambientación de la época está recreada con gran realismo y apoyada por una esplendorosa fotografía (inolvidables los paisajes que se nos regalan constantemente). Con un gran ritmo y pulso narrativo (dura tres horas que se pasan en un vuelo) y con una bellísima y ya mítica banda sonora de John Barry, “Bailando con lobos” es una película que todavía hoy sorprende como en el día de su estreno.
1 comentario:
A mí me gusta... Y la música de Barry es una pasada, como la de África...
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