Cuando la próspera ciudad de Port Royal es asaltada por el temido capitán pirata Barbossa, el destino une a dos hombres muy distintos: al joven herrero Will Turner y al también capitán pirata Jack Sparrow. Ambos parten en persecución de la Perla Negra, el barco en el que viaja el invasor, aunque lo hacen por motivos bien distintos: Will quiere rescatar a Elizabeth, su amada, y Jack quiere “rescatar” a su amada nave, la propia Perla Negra. Aunque pertenecen a mundos distintos, los dos van a tener que colaborar para acabar con Barbossa y sus hombres, prisioneros de una terrible maldición ancestral.
Aunque le falta una personalidad como autor (a la que se acerca con la que para muchos es su mejor obra, “El hombre del tiempo”), nadie puede negarle al estadounidense Gore Verbinski el calificativo de director comercial digno y versátil, lo que en la industria hollywoodiense de nuestros días es ya no mucho, sino muchísimo. Casi todas sus películas han tenido un gran o notable éxito de taquilla y no por ello han resultado ser películas mediocres o bodrios: pertenecientes a una amplia variedad de géneros, han conjugado sin problemas el simple entretenimiento (un objetivo que ya algunos ni son capaces de alcanzar) con una mínima calidad. Gore Verbinski es un excelente artesano a todos los niveles cuyo cine familiar debería servir de ejemplo a muchos. Su filmografía se compone de la comedia “Un ratoncito duro de roer”, de la comedia romántica negra “The mexican”, del remake de la exitosa película de terror “The Ring”, de la comedia agridulce “El hombre del tiempo” y de la trilogía de aventuras “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra”, “Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto” y “Piratas del Caribe: En el fin del mundo”.
El género de los piratas llevaba muerto demasiado tiempo, y los intentos de resurrección por parte de la industria habían resultado hasta la llegada de “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra” completamente fallidos. Ni un genial creador como Roman Polanski pudo devolverle la vida con su comedia “Piratas”, que fue un estrepitoso fracaso (a pesar de que, sin ser de sus mejores obras, era bastante divertida), y mucho pudo menos el mediocre Renny Harlin con la infumable “La Isla de las Cabezas Cortadas”, carísima superproducción que se dio otro enormísimo batacazo en las taquillas (uno de los mayores de los noventa junto a “Waterworld”). Basada en una atracción de Disneylandia, “Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra” ha sido, además de uno de los mayores éxitos de esta década que no ha terminado, el filme que por fin pudo devolver al ruedo al género del que hablamos (por lo menos por ahora), filme que por supuesto ha tenido dos secuelas, una primera bastante flojita y una segunda, por desgracia, deleznable. Gore Verbinski demuestra en ésta, la primera de la hasta ahora trilogía, una habilidad pasmosa para regalar una película de aventuras “como las de antes” (frase hecha que creo que se ajusta muy bien al caso). Todos los tópicos y lugares comunes del género y de más allá están reunidos en ella: las mencionadas aventuras aparecen mezcladas con la comedia familiar más delirante en una historia de acción frenética muy imaginativa que bebe tanto de los clásicos de Errol Flynn como de grandes e injustamente menospreciadas creaciones de serie B o del cine de acción y humor de los ochenta (la sombra de Indiana Jones es alargada). Dos horas y veinte minutos se pasan en un vuelo entre constantes peligros, batallas, trampas, desastres, enigmas, maldiciones y monstruos que se sitúan en un acertado ambiente de aura romántica y toques barrocos. Los diálogos no son una maravilla (y tampoco pretenden serlo), pero sí que son ocurrentes y acertados en todo momento y se deslizan con una agilidad pasmosa, y el humor, claramente familiar, no resulta por ello estúpido o vergonzante. La trama es simple hasta decir basta, pero interesante desde el primer momento y con toda su información dosificada con gran acierto. Los personajes, muy bien interpretados por un excelente reparto, resultan carismáticos en todo momento (hasta el de Orlando Bloom lo es), aunque haya que destacar el de los capitanes Barbossa y Jack Sparrow (geniales Geofrey Rush y Johnny Depp). La casi total falta de pretensiones eleva el conjunto más si cabe, un conjunto explosivamente disfrutable, un seguro de un gran rato de diversión sin nada más. Película comercial por encima de la media que, tristemente, nos estamos acostumbrando a encontrar en las grandes salas.