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viernes, 18 de junio de 2010

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD de Andrew Dominik – 2007 – (“The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford”)


A la banda de forajidos de Jesse James han llegado caras nuevas. Entre ellas se encuentra la de Robert Ford, un joven ansioso de gloria que idolatra desmedidamente a su jefe, con el que siempre ha soñado trabajar. Entre ellos se instala una extrañísima relación, impredecible y enigmática como el propio Jesse y también terrorífica y volátil. La tragedia se va a abrir irremediablemente entre ellos.

El neozelandés Andrew Dominik únicamente ha dirigido hasta la fecha dos películas: la muy polémica y de culto “Chopper” y “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”.

“El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” es una nueva visión de la historia del mítico bandolero norteamericano que pone el primer nombre del filme, cuyas aventuras han sido visitadas miles de veces en el cine y en la literatura, desde el punto de vista de su propio asesino, Robert Ford. La película, rodada en un estilo de base clásica muy realista y con un cierto toque de modernidad, cuenta la supuesta historia de los últimos tiempos de James y de los primeros y también últimos de Ford (soberbios Brad Pitt y Casey Affleck respectivamente), dos personajes descritos con un escrupuloso alejamiento que esquiva con gran agilidad el maniqueísmo. Jesse James, terrorífico y magnánimo, cínico y claro, resentido y soñador y desilusionado consigo mismo es un personaje complejísimo, tan diabólico como heroico, que idolatrado y odiado, amado y temido entre los suyos, vive entre trastornos en una supuesta paranoia constante. Robert Ford es, por el contrario, un joven mediocre con algún destello de brillantez aislado que le idolatra y que, ansioso de fama y de poder (y también muerto de miedo y entre la espada y la pared en todos los sentidos), va a traicionarle y a asesinarle. El filme está sembrado de conscientes ambigüedades que sumergen al espectador en un clima que llega a tornarse malsano y que no cesan de abrir preguntas que no quedan cerradas; no se centran estas preguntas en lo que realmente ocurrió entre Jesse y Robert, sino en asuntos universales como la bondad y la maldad (si es que existen en sus sentidos más radicales), la amistad, el terror, el mito, la idolatría, la traición, los distintos e infinitos conceptos de justicia, las múltiples personalidades que se esconden en cada uno de nosotros, la decepción, la muerte y la redención. Estéticamente la película es maravillosa: la ambientación es genial, así como la fotografía de los esplendorosos paisajes naturales y también de las ciudades y los interiores en los que todo se desarrolla. La trama es lineal y surcada por una acertada voz en off que acota y separa los acontecimientos, mientras que la narración combina admirablemente una muy cruda contundencia y una violencia descarnada con el lirismo más delicado y épico y con retazos de onirismo. “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” es un magnífico western de aire crepuscular (recuerda muchísimo a la obra maestra de Sam Peckinpah “Pat Garrett y Billy el Niño”) al que únicamente, tal vez, le sobren unos veinte minutos en los inicios de la trama, que podrían haberse condensado mejor. Sin embargo, quitando esto (que tampoco tiene una importancia extrema) la cinta es una muy recomendable revisitación de un género bastante olvidado en las últimas décadas.